LDL, LDL-C, colesterol “malo”
Para establecer el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca.
En adultos, como parte de un examen rutinario junto con colesterol o perfil lipídico, como mínimo una vez cada 2 años; en niños y adolescentes, como mínimo una vez entre los 9 y los 11 años y nuevamente entre los 17 y los 21 años; periódicamente si existen factores de riesgo cardiovascular, si en algún análisis previo los resultados estaban alterados y/o para monitorizar la eficacia del tratamiento.
Las lipoproteínas de baja densidad (LDL) constituyen una de las clases de lipoproteínas que transportan el colesterol en la sangre. La LDL está constituida mayoritariamente por colesterol y por otras sustancias con bajo contenido en proteínas.
Para tener un buen estado de salud es importante que los niveles de lípidos en sangre se mantengan dentro de unos determinados márgenes considerados como saludables. Si se come a menudo alimentos ricos en colesterol, en grasas saturadas y en grasas trans no saturadas, o en personas que presentan una predisposición hereditaria, los niveles de colesterol en sangre pueden aumentar. El colesterol en exceso puede quedar depositado en la pared de vasos sanguíneos en forma de placas. Estas placas pueden estrechar o incluso obturar la luz de los vasos sanguíneos, de manera que las arterias se endurecen (aterosclerosis) y sitúan al individuo a mayor riesgo de sufrir problemas de salud, como enfermedad cardiovascular y accidente vascular cerebral.
El colesterol LDL se considera indeseable ya que favorece el depósito del exceso de colesterol en las paredes de los vasos sanguíneos y contribuye al endurecimiento de las arterias y a la enfermedad cardíaca. Por ello el colesterol LDL recibe frecuentemente el nombre de colesterol “malo”. Contrariamente, el colesterol HDL tiende a transportar el colesterol desde la sangre hacia el hígado, y juega un papel protector frente a las enfermedades cardíacas; por este motivo se le conoce a menudo como colesterol "bueno".
Los niveles de colesterol LDL ayudan a establecer el riesgo de enfermedad cardíaca de una persona y son útiles a la hora de decidir qué tratamiento es mejor en caso de que el individuo presente un riesgo elevado. Para establecer un plan de tratamiento, los resultados del colesterol LDL deben interpretarse junto con factores de riesgo de enfermedad cardíaca. Entre las opciones terapéuticas se incluyen cambios en el estilo de vida, como dieta y ejercicio, o la toma de medicamentos que contribuyen a disminuir los niveles de lípidos, como las estatinas.
Normalmente, para calcular la concentración de colesterol LDL en sangre se utiliza una fórmula en la que intervienen el colesterol total, los triglicéridos y el colesterol HDL (refiérase a preguntas comunes). La mayor parte de las veces la fórmula proporciona una estimación correcta del colesterol LDL presente, si bien es poco exacta cuando los triglicéridos están aumentados, como podría ser el caso de un individuo que no hubiera guardado las horas de ayuno indicadas. En estas situaciones, la única manera de determinar exactamente el colesterol LDL es midiéndolo por un método directo. La medida directa de colesterol LDL no se afecta tanto por los triglicéridos y puede usarse aunque no se esté en ayunas o en los casos en que las concentraciones de triglicéridos están aumentadas (por encima de 400 mg/dL).
El colesterol LDL se solicita como parte del perfil lipídico, junto con colesterol total, colesterol HDL y triglicéridos. Este perfil se puede solicitar como cribado en una persona sana o como parte de un examen médico rutinario. En adultos se recomienda la realización de la prueba como mínimo cada cinco años en edades jovenes y en adultos tres años. Es posible que el perfil lipídico se solicite más frecuentemente en personas con uno o varios factores de riesgo cardiovascular. También se solicita el perfil lipídico en pacientes con colesterol total elevado para establecer si esta elevación es debida a colesterol LDL.
La American Academy of Pediatrics (AAP) recomienda la realización de la prueba en niños y adolescentes una vez entre los 9 y los 11 años, y nuevamente entre los 17 y los 21. En niños y adolescentes con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, el cribado con un perfil lipídico está altamente recomendado. Algunos de los factores de riesgo son similares a los de los adultos; se incluyen una historia familiar de enfermedad cardíaca, o diabetes, hipertensión o sobrepeso. El perfil lipídico debe realizarse ya entre los 2 y los 8 años de edad en caso de que se considere que el niño presenta un elevado riesgo.
Los niveles de colesterol LDL pueden solicitarse regularmente para valorar la eficacia del tratamiento -dieta, ejercicio o fármacos como estatinas-.
Valores elevados de colesterol LDL son indicativos de riesgo de enfermedad cardíaca. En la evaluación de los niveles de colesterol LDL se tienen en cuenta los límites superiores deseables, en función del riesgo del individuo.
Si la persona no presenta otros factores de riesgo, los niveles de colesterol LDL deberían interpretarse como sigue:
Los objetivos están basados en los factores de riesgo individuales son los siguientes:
*Algunos organismos recomiendan que la concentración de colesterol LDL sea inferior a 70 mg/dL (1.82 mmol/L) en caso de que la persona padezca enfermedad cardíaca o haya sufrido un infarto agudo de miocardio.
Entre los factores de riesgo mayores se incluyen:
En el caso de niños sin otros factores de riesgo, el colesterol LDL debe interpretarse como sigue:
y en el caso de adolescentes:
Los niveles bajos de colesterol LDL no suelen revestir ninguna importancia y no se monitorizan. Pueden observarse en personas con un déficit hereditario de lipoproteína y en estados de hipertiroidismo, en infecciones, inflamaciones o cirrosis.
¿Se puede evaluar el colesterol LDL y el riesgo de enfermedad cardíaca de alguna otra manera?
Sí. A pesar de que el colesterol LDL constituye un buen indicador de enfermedad cardiovascular (ECV), ciertas personas con niveles normales de colesterol LDL presentan un aumento del riesgo de ECV. De manera similar, ciertos individuos con enfermedades crónicas como diabetes pueden presentar un riesgo elevado a pesar de tener niveles normales de colesterol LDL. En estos casos se ha sugerido que el número de partículas LDL y/o su tamaño pueden constituir un factor adicional en el establecimiento del riesgo de ECV. En lugar de medir la cantidad de colesterol LDL se puede medir por ejemplo el número de partículas LDL (LDL-P).
¿Qué tratamientos son los recomendados en el caso de que los niveles de colesterol LDL estén elevados?
El primer paso para intentar disminuir los niveles de colesterol LDL consiste en introducir cambios en el estilo de vida, disminuyendo la cantidad de grasas saturadas de la dieta, manteniendo un peso adecuado y realizando ejercicio de forma regular. También pueden estar indicados suplementos dietéticos como fibra. En caso de que estas medidas no sean suficientes se pueden prescribir fármacos. En ciertas personas es necesario combinar diversas estrategias.
¿Cómo se afectan los niveles de colesterol LDL por los cambios en el estilo de vida, como ejercicio o dieta?
El hecho de seguir una dieta baja en grasas saturadas (menos del 7% de las calorías) consigue hacer disminuir los niveles de colesterol LDL alrededor de 10%.
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