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El perfil renal consiste en un conjunto de pruebas necesarias para evaluar la función de los riñones. Se miden varias sustancias en la sangre, entre las que se encuentran los electrolitos, minerales, proteínas y glucosa, y que permiten evaluar la salud de los riñones.
Para diagnosticar y realizar el seguimiento de los trastornos que afectan a la función renal; suele solicitarse como parte de un cribado general o en las personas que tienen riesgo de desarrollar la enfermedad renal; durante el seguimiento de la enfermedad renal.
Cuando existen signos y síntomas que sugieren la presencia de alguna alteración de los riñones; en las personas que están en tratamiento por la enfermedad renal; cuando existen factores de riesgo para desarrollar la enfermedad renal, como pueden ser la hipertensión o la diabetes.
El perfil renal puede utilizarse para evaluar la función renal y poder diagnosticar diversos trastornos; es útil para detectar a aquellas personas que pueden presentar un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad renal y para el seguimiento de aquellos que la han desarrollado.
El órgano que se trasplanta en primer lugar son los riñones. No dudes en testarlo.
Para determinar si la concentración de sodio se encuentra dentro de los límites de normalidad y para ayudar a evaluar el equilibrio electrolítico y la función renal; para monitorizar las hipernatremias o hiponatremias (concentraciones altas o bajas de sodio) agudas o crónicas.
Si existe deshidratación o edemas; también para monitorizar algunos trastornos crónicos como una tensión arterial elevada o disminuida.
Esta prueba mide la concentración de sodio en sangre. El sodio es un electrolito imprescindible para el funcionamiento normal del organismo, por ejemplo para la función nerviosa y muscular. El sodio, junto con otros electrolitos como el potasio, el cloruro y el bicarbonato o dióxido de carbono total (CO2), ayuda a regular la cantidad de líquido del organismo y permite que las células funcionen adecuadamente. El sodio está presente en todos los fluidos del organismo pero se encuentra en concentraciones más elevadas en la sangre y en los líquidos extracelulares. El riñón es el órgano encargado de regular la cantidad de sodio del organismo.
El sodio se obtiene de la dieta, de la sal de mesa (cloruro sódico o NaCl) y, en cierto grado, de todos los alimentos que se ingieren. La mayor parte de personas ingiere una cantidad correcta de sodio. El organismo utiliza el sodio que necesita y los riñones excretan el resto por la orina para mantener la concentración de sodio dentro de unos márgenes estrechos. Esto se consigue:
Produciendo hormonas que pueden hacer aumentar (péptidos natriuréticos) o disminuir (aldosterona) las pérdidas de sodio por la orina
Produciendo una hormona que impide la pérdida de agua (hormona antidiurética o ADH)
Controlando la sed; incluso un aumento del 1% del sodio en la sangre hará aumentar la sed y provocará que se tengan ganas de beber agua, devolviendo la concentración de sodio a la normalidad
Una concentración anormal de sodio se debe con frecuencia a algún problema con estos sistemas de control. Cuando los niveles de sodio en sangre se alteran, también cambia el contenido de agua en el organismo. Estos cambios pueden estar asociados a deshidratación o a edema, especialmente en las piernas.
Esta prueba forma habitualmente parte del perfil de determinaciones de rutina de un laboratorio. Es uno de los electrolitos de la sangre, los cuales se suelen solicitar todos a la vez. El perfil electrolítico más común incluye sodio, potasio, cloruro y bicarbonato. Estos electrolitos también se incluyen en un perfil metábolico básico, que constituye un grupo de pruebas muy usado cuando una persona tiene problemas de salud inespecíficos. Los electrolitos se miden también en la monitorización de tratamientos que incluyan líquidos por vía intravenosa o cuando existe la posibilidad de deshidratación. Los perfiles de electrolitos y los perfiles metabólicos básicos se utilizan frecuentemente para monitorizar el tratamiento de determinadas enfermedades como hipertensión, insuficiencia cardiaca y enfermedad hepática y renal.
La prueba de sodio en sangre puede solicitarse cuando un paciente tiene síntomas de hiponatremia tales como debilidad, confusión y letargia o síntomas de hipernatremia tales como sed, disminución del volumen de orina emitido, espasmos musculares y/o agitación.
El sodio en orina puede solicitarse cuando la concentración de sodio en sangre está alterada, para determinar la causa del desequilibrio o como ayuda en la monitorización del tratamiento
Una concentración baja de sodio significa que hay hiponatremia, la cual normalmente se debe a una pérdida de sodio excesiva, a una ingesta o retención de agua excesivas o a una acumulación de fluidos en el organismo (edema). Si el sodio disminuye rápidamente, puede sentirse fatiga y debilidad; en casos severos, se puede experimentar confusión o incluso entrar en coma. Sin embargo, cuando el sodio disminuye lentamente puede no haber síntomas. Por esta razón se determina el sodio aunque no haya síntomas.
La hiponatremia raramente se debe a una disminución en la ingesta de sodio (ingesta deficitaria en la dieta o sodio deficiente en los líquidos de tratamiento intravenoso). Es más común que se deba a pérdidas de sodio debidas por ejemplo a enfermedad de Addison, diarrea, administración de diuréticos o enfermedad renal. En algunos casos, puede deberse a un consumo de agua excesivo como podría suceder durante el ejercicio o cuando se acumulan demasiados fluidos como en la insuficiencia cardiaca, cirrosis y enfermedad renal que cursa con pérdida de proteínas (síndrome nefrótico). En algunas enfermedades, particularmente aquellas en las que se ven involucradas el cerebro y los pulmones, algunos tipos de cáncer y con algunos fármacos, el organismo sintetiza demasiada hormona antidiurética (ADH) lo que causa un aumento de la retención de agua.
Una concentración elevada de sodio (hipernatremia) casi siempre se debe a una ingesta inadecuada de agua y a deshidratación. Los síntomas incluyen sequedad de las membranas mucosas, sed, agitación, inquietud, actos irracionales y convulsiones o coma si la concentración es extremadamente elevada. En casos raros, la hipernatremia puede deberse a un síndrome de Cushing o a la existencia de muy poca hormona antidiurética (enfermedad llamada diabetes insípida).
La concentración de sodio en la orina sería un dato a tener en cuenta para la evaluación correcta del sodio y su filtrado, evaluando así claramente la salud renal.
¿Cuál es el aporte recomendado de sal en la dieta?
En adultos se recomienda que el aporte de sal en la dieta no supere los 2300 mg por día; es importante no superar esta cantidad. Sin embargo, siguiendo una dieta normal, un adulto ingiere una cantidad adecuada de sodio.
Una fuente común de sodio proviene de la sal de mesa, de las comidas enlatadas o precocinadas y de encurtidos, aperitivos, galletas saladas y quesos. Las comidas servidas en restaurantes también suelen ser ricas en sal.
En personas con hipertensión o para las que el sodio puede ser contrapoducente, el hecho de controlar la ingesta de sal de la dieta puede suponer unos marcados beneficios para la salud. A pesar de que no se sea hipertenso, si se limita el consumo de sal disminuye el riesgo de desarrollar problemas asociados a hipertensión y enfermedad cardiaca. Cuanta menos sal se consume, menos apetencia se tiene por ella.
¿Existe alguna población susceptible de tener una concentración alta o baja de sodio?
Sí. Las personas con diarrea, sudoración excesiva, quemadas, vómitos, enfermedad de Addison, enfermedad renal o insuficiencia cardiaca congestiva pueden tener la concentración de sodio disminuida. Las personas con deshidratación, o que consumen diuréticos, con síndrome de Cushing, fibrosis quística, trastornos neurológicos, hipotiroidismo o insuficiencia renal pueden presentar aumentos de las concentraciones de sodio.
Para determinar si la concentración de sodio se encuentra dentro de los límites de normalidad y para ayudar a evaluar el equilibrio electrolítico y la función renal; para monitorizar las hipernatremias o hiponatremias (concentraciones altas o bajas de sodio) agudas o crónicas.
Para determinar si la concentración de potasio está dentro de los valores de normalidad y para ayudar a evaluar un desequilibrio electrolítico; para monitorizar las hiperpotasemias (aumento del potasio) o hipopotasemias (disminución del potasio) agudas o crónicas.
Como parte de un examen médico de rutina, cuando hay síntomas tales como debilidad y/o arritmia cardiaca o cuando se sospecha un desequilibrio electrolítico; debe realizarse esta prueba a intervalos regulares cuando se está tomando medicación y/o cuando existe una enfermedad o proceso que pueda afectar a la concentración de potasio, como hipertensión o enfermedad renal.
En esta prueba se mide la cantidad de potasio en sangre. El potasio es un electrolito vital para el metabolismo celular y la función muscular. El potasio, junto con otros electrolitos como el sodio, el cloruro y el bicarbonato ayuda a regular la cantidad de líquido en el organismo, a estimular la contracción muscular y a mantener estable el equilibrio ácido-base. El potasio está presente en todos los fluidos del organismo, pero la mayor parte se encuentra dentro de las células. Tan sólo cerca del 2% se encuentra en los líquidos extracelulares y en la parte líquida de la sangre (llamada suero o plasma). Debido a la baja concentración de potasio en la sangre, cualquier cambio, por pequeño que sea, puede tener consecuencias significativas. Si la concentración de potasio desciende o aumenta demasiado, puede afectar seriamente a la salud. Puede haber riesgo de desarrollar shock, insuficiencia respiratoria o alteración del ritmo cardiaco. Una concentración anormal de potasio puede alterar la función del tejido neuromuscular; por ejemplo, el músculo cardiaco puede perder la capacidad de contraerse.
La determinación de potasio en suero o plasma suele realizarse de manera rutinaria en la mayoría de pacientes a los que se les está estudiando algún tipo de enfermedad grave. Por otra parte, como el potasio es importante para el buen funcionamiento del corazón, también suele solicitarse (juntamente con otros electrolitos) en todos los exámenes de rutina, especialmente en aquellos pacientes que toman diuréticos o medicación para el corazón o para disminuir la presión arterial. El potasio se solicita cuando se evalúa la existencia de hipertensión y de enfermedad renal, y en la monitorización de pacientes que están en diálisis, en tratamiento con diuréticos o en tratamiento intravenoso.
Se observan concentraciones elevadas de potasio (hiperpotasemia) en las siguientes situaciones:
Pueden observarse concentraciones bajas de potasio (hipopotasemia) en las siguientes situaciones:
¿Cuáles son las mejores fuentes alimenticias de potasio?
Hay un gran número de frutas y vegetales (como plátanos, melones, uvas, naranjas, tomates, calabacines, patatas y legumbres) y otros alimentos como nueces y semillas que constituyen una buena fuente de potasio.
¿Existe algún tipo de prueba que permita medir el potasio en casa?
No. La determinación de electrolitos debe realizarse en el laboratorio por personal experto ya que se utilizan instrumentos muy sensibles.
Para determinar si la concentración de potasio está dentro de los valores de normalidad y para ayudar a evaluar un desequilibrio electrolítico; para monitorizar las hiperpotasemias (aumento del potasio) o hipopotasemias (disminución del potasio) agudas o crónicas.
Para evaluar los niveles de fósforo en sangre u orina y ayudar en el diagnóstico de trastornos que aumentan o disminuyen sus niveles.
Cuando existe una concentración de calcio alterada; en trastornos renales o en diabetes mal controlada; cuando se están tomando suplementos de calcio o fósforo.
El fósforo es un mineral que se combina con otras sustancias formando compuestos de fosfato orgánicos e inorgánicos. A pesar de que los términos fósforo y fosfato suelen emplearse indistintamente, lo que realmente se mide en un análisis de sangre en el que se solicita fósforo es la cantidad de fosfato inorgánico.
Los fosfatos son esenciales para la producción de energía, las funciones muscular y nerviosa y el desarrollo de los huesos. También actúan como un mecanismo de tampón, ayudando a mantener el equilibrio ácido-base.
El fósforo de nuestro organismo procede de la dieta. Muchos alimentos contienen fósforo, que se absorbe en el intestino. Aproximadamente el 70-80% del fosfato del organismo se combina con calcio para formar huesos y dientes, un 10% se encuentra en músculo y un 1% en tejido nervioso. El resto se encuentra en las células como almacén de energía.
Normalmente, tan solo se encuentra circulando en sangre cerca de un 1% de todo el fósforo corporal. Una gran variedad de alimentos como alubias, guisantes, nueces, cereales, derivados lácteos, huevos, buey, pollo y pescado contienen cantidades significativas de fósforo. El organismo mantiene los niveles de fósforo/fosfato en la sangre regulando su absorción intestinal y su excreción renal. Los niveles de fosfato también se afectan por la interacción existente entre hormona paratiroidea (PTH), calcio y vitamina D.
Las deficiencias de fósforo (hipofosfatemia) se observan en malnutrición, malabsorción, alteraciones del equilibrio ácido-base, hipercalcemia y en trastornos que alteran la función renal. Contrariamente se observan excesos de fósforo (hiperfosfatemia) cuando aumenta la ingesta de dicho mineral así como en hipocalcemia y disfunción renal.
Como la alteración leve de los niveles de fósforo no suele causar síntomas, su análisis a menudo se solicita durante el seguimiento de unos niveles de calcio anormales y/o cuando existen síntomas asociados a desequilibrios del calcio como fatiga, debilidad muscular, calambres y problemas óseos.
El análisis de fósforo se puede solicitar junto con otras pruebas cuando existen síntomas que sugieren alteraciones renales y gastrointestinales.
Si existen trastornos que provocan alteración de los niveles de fósforo y/o calcio, se puede solicitar la determinación de ambos regularmente para monitorizar la eficacia del tratamiento.
En casos de diabetes o si existen signos y/o síntomas de alteraciones del equilibrio ácido-base también se pueden monitorizar los niveles de fósforo.
Niveles bajos de fósforo en sangre (hipofosfatemia) se pueden deber o estar asociados a:
Niveles elevados de fósforo en sangre (hiperfosfatemia) se pueden deber o estar asociados a:
¿Cómo se sabe que el nivel de fósforo está alterado si no produce síntomas?
Normalmente las alteraciones de los niveles de fósforo se detectan por su relación con el metabolismo del calcio. El calcio se analiza de forma rutinaria en cualquier control médico. Si los valores de calcio son anormales el médico solicitará la determinación de fósforo.
¿Pueden los vegetarianos cubrir sus necesidades de fósforo sin recurrir a la carne o a los productos lácteos?
Sí, pero el organismo sólo puede aprovechar un 50% del fósforo que se encuentra en vegetales como alubias, lentejas, cereales, cacahuetes y almendras. Esto es así porque las personas carecen de los enzimas necesarios para procesarlo. Una excepción la constituyen los panes que llevan levadura ya que la levadura sí proporciona estos enzimas.
Para evaluar los niveles de fósforo en sangre u orina y ayudar en el diagnóstico de trastornos que aumentan o disminuyen sus niveles.
Actualmente nuestro estilo de vida y dentro de este nuestra alimentación puede implicar en mediana edad a un aumento de la glucemia basal y a un diagnóstico de Diabetes tipo II que ha aumentado de forma drástica en los últimos años. Así una prueba sencilla y rápida anual sería recomendable a partir de una edad como seguimiento de nuestra salud.
La prueba se debería realizar como parte de un examen rutinario anual sobretodo en edades por encima de los 50 años para detectar a tiempo una posible diabetes tipo II. También se debe de hacer como cuando padezca algún síntoma sugestivo de hiper o hipoglucemia. En el embarazo es una prueba obligatoria (TEST DE O´SULLIVAN) para descartar una diabetes gestacional.
Esta prueba mide la cantidad de glucosa en sangre o en orina. La glucosa es un azúcar simple que constituye la fuente principal de energía para el organismo y la única fuente de energía para el cerebro y el sistema nervioso. Es muy importante garantizar el suministro constante de glucosa en previsión de su necesidad; además, la glucosa en sangre debe mantenerse a unos niveles relativamente constantes en la sangre.
Durante la digestión, frutas, vegetales, pan y otros hidratos de carbono son transformados a glucosa (y a algunos otros nutrientes), absorbidos por el intestino delgado, y distribuidos a través de la circulación hacia las distintas partes del organismo. La utilización de glucosa por el organismo depende de la disponibilidad de la insulina, una hormona producida por el páncreas. La insulina actúa controlando el transporte de glucosa al interior de las células del organismo, e informa al hígado de almacenar el exceso de glucosa en forma de glucógeno para un almacenamiento a corto plazo y/o en forma de triglicéridos en las células adiposas (grasa).
Normalmente los niveles de glucosa aumentan después de las comidas y tras la ingresión de la glucosa en las células baja entres 2 - 3 horas. Todo esto se produce de esta manera si el páncreas funciona correctamente segregando la cantidad de insulina necesaria. Si la cantidad de insulina no es la necesaria tendremos niveles altos de glucemia tras 2-3 horas.
La prueba de glucosa en sangre puede utilizarse para el cribado de la diabetes y de estados pre-diabéticos en individuos sanos asintomáticos, debido a que la diabetes es una enfermedad frecuente que se inicia con pocos síntomas. El cribado para la glucosa puede realizarse como formando parte de campañas de salud pública o como parte de los programas sanitarios de los distintos centros de trabajo. Es posible que también se solicite en el curso de un examen físico de rutina. El cribado reviste una especial importancia en individuos con elevado riesgo de desarrollar diabetes, como aquéllos con una historia familiar de diabetes, aquéllos con sobrepeso y aquéllos que ya sobrepasan los 40 ó 45 años de edad.
La prueba de glucosa también puede solicitarse para ayudar a diagnosticar diabetes cuando se presentan síntomas de hiperglicemia, como:
o síntomas de hipoglicemia, como:
También es recomendable la realización de la prueba en las siguientes situaciones, en las que la glucemia puede aumentar o disminuir:
Acromegalia
Estrés agudo (en respuesta a un traumatismo, a un infarto agudo de miocardio o a un accidente vascular cerebral, por ejemplo)
Insuficiencia renal crónica
Síndrome de Cushing
Comer en exceso
Hipertiroidismo
Cáncer de páncreas
Pancreatitis
Hipotiroidismo
Insulinomas
Ingesta de alcohol
Glucosa en ayunas:
De 70 a 110 mg/dl (3.9 - 6.16 mmol/L)- Tolerancia normal a la glucosa
De 110 - 120 mg/dl ( 6.16 - 6.72 mmol/L) - Alteración de la glucosa en ayunas
Mayor a 120 mg/dl (> 6.72 mmol/L) - Diabetes
Para el diagnóstico de la diabetes se necesita al menos 2 pruebas confirmatorias en días alternos.
Test de Tolerancia Oral de Glucosa ( TOG)
Obtención de la muestra 2 horas después de haber bebido 75g de glucosa.
Menos de 140 mg/dl (7.8mmol/L) - Tolerancia normal de glucosa
De 140 - 200 mg/dl (7.8 a 11.1 mmol/L) - Tolerancia alterada a la glucosa
Mayor a 200 mg/dl (11.1 mmol/L)- Diabetes.
¿Cómo se sabe si yo puedo tener una diabetes?
Existen 2 tipos de diabetes ; la primera es la diabetes tipo I la cual tiene una sintomatología muy clara en la cual se integran síntomas como la poliuria, polifagia ( muchas ganas de comer), polidipsia ( necesidad exagerada de beber ) y por supuesto la astenia. En esa la irrupción es muy rápida y fácilmente diagnosticable. Pero la Diabetes tipo II es una enfermedad silente que en la mayoría de los casos no cursa con ninguna sintomatología evidente y por ello hay que realizar pruebas anuales de screnning llegados a una determinada edad adulta.
¿Cuáles son los tratamientos habituales de la diabetes?
Para la diabetes de tipo 2, que es el tipo más común de diabetes, la pérdida de peso, seguir una dieta sana rica en fibra y pobre en carbohidratos, y practicar ejercicio físico con regularidad pueden ser suficientes para disminuir los niveles de glucosa en sangre. No obstante, a menudo para alcanzar unos niveles de glucosa deseables, se hace necesario tomar medicamentos por vía oral, con la finalidad de incrementar tanto la secreción de insulina por parte del organismo como la sensibilidad a la misma. En el caso de la diabetes de tipo 1 (y en aquellas diabetes de tipo 2 que no respondan suficientemente bien al tratamiento oral), se requiere de la inyección de insulina varias veces al día.
Actualmente nuestro estilo de vida y dentro de este nuestra alimentación puede implicar en mediana edad a un aumento de la glucemia basal y a un diagnóstico de Diabetes tipo II que ha aumentado de forma drástica en los últimos años. Así una prueba sencilla y rápida anual sería recomendable a partir de una edad como seguimiento de nuestra salud.
Para determinar si existe algún problema con los electrolitos o con el equilibrio ácido-base y para monitorizar tratamientos.
Como parte de un perfil básico de electrolitos o de un perfil metabólico o si su médico piensa que puede haber un desequilibrio electrolítico.
El cloruro es un electrolito, un ión cargado negativamente que trabaja juntamente con otros electrolitos, tales como el potasio, el sodio y el bicarbonato para ayudar a regular la cantidad de líquido en el organismo y para mantener el equilbrio ácido-base. El cloruro está presente en todos los líquidos del organismo pero se encuentra en mayor concentración en la sangre y en el líquido extracelular. La mayor parte del tiempo, las concentraciones de cloruro correlacionan con las de sodio, aumentando y disminuyendo al mismo tiempo y por las mismas razones y en relación directamente proporcional. Sin embargo, cuando hay un desequilbrio ácido-base, la concentración de cloruro en la sangre puede cambiar independientemente de la concentración de sodio ya que el cloruro actúa como tampón; ayuda a mantener la neutralidad eléctrica a nivel celular entrando y saliendo de las células cuando así se requiere.
El cloruro entra en el organismo a través de la dieta y de la sal de mesa, que está constituida por iones de sodio y de cloruro. La mayor parte del cloruro se absorbe a nivel intestinal, y el exceso se elimina por vía urinaria. La concentración de cloruro en la sangre se mantiene estable, con una ligera disminución después de las comidas (ya que el estómago produce ácido después de las comidas, utilizando el cloruro de la sangre).
El cloruro en sangre casi nunca se solicita aisladamente. Normalmente forma parte de un perfil de electrolitos o de un perfil metabólico básico u otro más completo que suelen formar parte de un examen médico de rutina. El cloruro puede solicitarse cuando se sospecha de la existencia de acidosis o alcalosis o cuando el paciente presenta síntomas como:
Algunas de estas pruebas pueden solicitarse a intervalos regulares cuando el paciente tiene una enfermedad o proceso o está tomando algún tipo de medicación que pueda afectar al equilibrio electrolítico. Los perfiles de electrolitos o metabólicos básicos se usan frecuentemente para monitorizar el tratamiento de ciertos problemas como la tensión arterial elevada (hipertensión), insuficiencia cardíaca y enfermedad renal y hepática.
El cloruro en la orina puede determinarse juntamente con el sodio en la orina o en la sangre cuando se evalúa la causa de una concentración elevada o disminuida de cloruro en la sangre. El médico se fijará si los cambios en la concentración de cloruro correlacionan con los de sodio. Esto ayuda a determinar si hay un desequilibrio ácido-base y ayuda a guiar el tratamiento.
Rango de valores normales: 96 a 106 milimoles por litro (mmol/L).
La concentración elevada de cloruro (conocida como hipercloremia) normalmente indica deshidratación, pero puede darse también con cualquier otro problema que curse con una concentración elevada de sodio en la sangre, como un síndrome de Cushing o una enfermedad renal. La hipercloremia también puede darse cuando hay una pérdida excesiva de base (produciendo acidosis metabólica) o cuando una persona hiperventila (causando alcalosis respiratoria).
La concentración disminuida de cloruro en sangre (conocida como hipocloremia) se da cuando hay algún problema que curse con una concentración disminuida de sodio en la sangre. La hipocloremia también puede ocurrir en la insuficiencia cardíaca congestiva, en vómitos prolongados o tras una aspiración gástrica, en la enfermedad de Addison, en enfisema u otras enfermades pulmonares crónicas (causando acidosis respiratoria) y cuando existen pérdidas de ácido del organismo (alcalosis metabólica).
Un aumento de las concentraciones de cloruro en orina pueden indicar la existencia de deshidratación, ayuno, enfermedad de Addison o aumento de su ingesta. En una persona sometida a dieta con aporte restringido de sal, la presencia de niveles tanto de cloruro como de sodio elevados en sangre son indicativos de que no está siguiendo la dieta sin sal.
Unos niveles de cloruro en orina bajos pueden observarse en el síndrome de Cushing, en el de Conn, en la insuficiencia cardíaca congestiva, en síndromes de malabsorción y en diarreas.
¿Existen recomendaciones dietéticas para la ingesta de cloruro?
Sí. El cloruro está presente en muchos vegetales y en otros alimentos como algas, centeno, tomates, lechugas, apio y aceitunas. La sal de mesa y los alimentos precocinados contribuyen a que la población probablemente consuma más cloruro del necesario. Normalmente se recomienda que el consumo de cloruros en adolescentes y en adultos hasta los 50 años de edad sea aproximadamente de 2.3 gramos por día. Las recomendaciones pueden variar en función de la edad, del sexo y de algunos otros factores. Por ejemplo, las mujeres embarazadas o las que amamantan a sus hijos requieren un mayor aporte de cloruro mientras que los niños y los ancianos requieren de cantidades menores.
Para determinar si existe algún problema con los electrolitos o con el equilibrio ácido-base y para monitorizar tratamientos.
Para detectar, diagnosticar y monitorizar distintos trastornos y enfermedades relacionadas con la coagulación, salud ósea entre otras.
Como parte de un perfil metábolico de rutina; cuando existen síntomas de afectación renal, ósea, tiroidea, paratiroidea o nerviosa; o cuando existen síntomas compatibles con una concentración significativamente elevada o disminuida de calcio; en enfermedades graves, para monitorizar los niveles de calcio iónico; en ciertos tipos de cáncer; cuando se ha prescrito un tratamiento para corregir las concentraciones de calcio y se quiere conocer si está siendo eficaz.
El calcio es uno de los minerales más importantes y abundantes del organismo. Es esencial para la transmisión de señales entre las células y contribuye al normal funcionamiento de músculos, nervios y corazón. Además, el calcio es necesario para el proceso de coagulación de la sangre y para la formación y densidad del hueso. Esta prueba mide la cantidad de calcio en sangre o en orina.
Cerca del 99% del calcio se halla en los huesos y el resto se encuentra principalmente en la sangre. Los niveles de calcio en sangre se controlan de una manera muy estricta: si se ingiere o absorbe poco calcio o si se producen pérdidas importantes de calcio de causa renal o intestinal, se van gastando las reservas de calcio de los huesos para así poder mantener la concentración sérica de este mineral dentro de unos intervalos normales. Aproximadamente la mitad del calcio sanguíneo se encuentra en forma libre y es el metabólicamente activo. La otra mitad constituye el calcio ligado; está unido fundamentalmente a albúmina y en cantidades mucho menores a aniones tales com el fosfato. El calcio de estas formas ligadas es metabólicamente inactivo.
Existen dos maneras de medir el calcio en la sangre. La determinación de calcio total mide tanto el calcio libre como el unido. La determinación del calcio iónico mide solamente la forma libre y metabólicamente activa.
Cada día se pierde cierta cantidad de calcio del organismo ya que es filtrado por el riñón y excretado en la orina. La medida del calcio urinario proporciona información acerca de la cantidad de calcio que se está eliminando a través de los riñones.
La determinación del calcio se solicita a menudo como una prueba de cribado en un examen médico rutinario. Se incluye en los perfiles o estudios metábolicos simples y/o complejos (conjunto de pruebas útiles en una primera evaluación o en el curso de una revisión médica).
Muchas personas no presentan síntomas ni signos asociados a niveles bajos o aumentados de calcio hasta que la concentración de este mineral está ya muy alterada. Puede solicitarse la determinación de calcio en las siguientes situaciones:
El médico puede solicitar la determinación de calcio iónico cuando una persona refiere sensación de entumecimiento alrededor de la boca y en manos y pies, y tiene espasmos musculares en las mismas áreas. Estos síntomas pueden obedecer a una concentración baja de calcio iónico. Sin embargo, si el calcio iónico ha ido disminuyendo progresivamente, es posible que no exista ningún síntoma como los descritos anteriormente.
La monitorización de la concentración de calcio puede ser necesaria en algunos tipos de cáncer (especialmente de mama, pulmón, cabeza y cuello, riñón y mieloma mútiple) o en la enfermedad renal o en personas transplantadas renales. También se requerirá una monitorización del calcio si se está bajo tratamiento por la existencia de niveles bajos de calcio, con la finalidad de evaluar la eficacia del tratamiento administrado (administración de calcio o de vitamina D).
Puede solicitarse la determinación de calcio en orina en personas con síntomas de cálculos renales, como dolor intenso en la zona lumbar o en un costado, dolor que irradia hacia partes inferiores del abdomen y/o con presencia de sangre en la orina.
Los valores normales suelen ser entre 8.5 a 10.2 mg/dL.
La concentración sanguínea de calcio no indica directamente la cantidad de calcio óseo, sino que informa acerca de la cantidad de calcio que se encuentra circulando en la sangre.
La absorción de calcio, su utilización por el organismo y su excreción están reguladas por un sistema de retroalimentación en el que participan la PTH y la vitamina D. Aquellas situaciones que rompan o alteren esta regulación del metabolismo del calcio pueden ocasionar aumentos o disminuciones inadecuadas (ya sean agudas o crónicas) de calcio, y producir sintomas de hipercalcemia (exceso) o de hipocalcemia (déficit).
Habitualmente se mide el calcio total, porque esta determinación resulta más sencilla que la del calcio iónico, y no requiere ninguna manipulación particular de la muestra de sangre. Además, el calcio total suele constituir un buen reflejo del calcio libre, ya que las formas libre y unida de calcio suelen representar cada una de ellas el 50% del total de calcio del organismo. Sin embargo y debido a que aproximadamente la mitad del calcio circula unido a proteína, las pruebas que miden el calcio total pueden verse afectadas por niveles elevados o disminuidos de proteínas. En estos casos, es más útil medir el calcio libre directamente, empleando una prueba para la medida del calcio iónico.
Calcio normal
Un resultado de calcio total o de calcio iónico normal junto con otros resultados normales de otras pruebas de laboratorio indica generalmente un correcto metabolismo del calcio, de manera que las concentraciones en sangre estarán correctamente reguladas.
Calcio total elevado - Hipercalcemi
Dos de las causas más frecuentes de hipercalcemia son:
Otras causas de hipercalcemia son:
Calcio total disminuido - Hipocalcemia
La causa más frecuente de disminución de los niveles de calcio total la constituye:
Algunas otras causas de hipocalcemia incluyen:
Los niveles de calcio en orina se pueden afectar por las mismas situaciones y enfermedades que repercuten sobre los niveles de calcio en sangre (listadas anteriormente). Cuando existen cálculos renales, la causa puede ser por niveles elevados de calcio en orina. Aproximadamente un 75% de los cálculos renales contienen calcio en su estructura.
¿Debería preocuparme si el médico solicita la determinación de calcio total y no la de calcio iónico?
No. La determinación de calcio total suele ser suficiente en la mayoría de casos. La prueba del calcio total es más fácil de realizar que la del calcio iónico, puesto que no requiere de ningún tipo de manipulación de la muestra de sangre.
Por otra parte, la prueba del calcio iónico requiere la intervención de un profesional con experiencia y de un envío inmediato al laboratorio. Estos requisitos (experiencia y envío inmediato) pueden ser difíciles de conseguir en el ámbito extrahospitalario.
A menudo, la medida de calcio total constituye una buena alternativa a la medida del calcio iónico o libre, ya que las formas libre y unida de calcio suelen representar cada una de ellas el 50% del total de calcio del organismo.
La medida directa del calcio iónico es particularmente importante durante ciertas intervenciones quirúrgicas así como en personas en estado crítico, situaciones en las que los niveles de calcio total no indican de manera fiable si los niveles de calcio iónico están alterados.
¿Qué alimentos contienen mucho calcio?
Los productos lácteos son la fuente principal de calcio, pero también puede encontrarse en cantidades menores en huevos, vegetales verdes, brócoli, legumbres, frutos secos y cereales integrales. Actualmente, muchos zumos de frutas vienen enriquecidos con calcio.
¿El consumo de alimentos enriquecidos en calcio puede afectar a los resultados del laboratorio?
En general, la ingesta de alimentos enriquecidos no afectará a la concentración de calcio. Es conveniente consultar al médico acerca de la necesidad de tomar suplementos de calcio y de vitaminas.
¿Se puede realizar esta prueba en casa?
No. Aunque existen instrumentos portátiles, éstos están diseñados para uso hospitalario y deben ser manipulados por personal entrenado.
¿En qué consiste la medida de calcio corregido por albúmina?
Como cerca de la mitad del calcio de la sangre está unido a albúmina, aumentos o disminuciones muy marcadas de la concentración de albúmina pueden afectar a la interpretación de los resultados de la medida del cacio, y por ello se recomienda medir en estos casos el calcio iónico o libre. Sin embargo, en ciertos laboratorios no se dispone de los dispositivos adecuados para realizar esta medida. En estos casos, se puede calcular el calcio corregido o ajustado por albúmina mediante una fórmula en la que intervienen las concentraciones de calcio total y de albúmina. Esta fórmula se aplica a veces en casos de enfermedad hepática o en insuficiencia renal.
Para detectar, diagnosticar y monitorizar distintos trastornos y enfermedades relacionadas con la coagulación, salud ósea entre otras.
Para detectar y contribuir al diagnóstico de enfermedad hepática o enfermedad renal; para evaluar el estado nutricional, especialmente en personas hospitalizadas.
Rutinariamente en la mayor parte de las analíticas; cuando el médico piensa en enfermedad hepática o renal; a veces cuando se ha perdido peso involuntariamente, cuando se presentan signos y/o síntomas de desnutrición o antes de intervenciones quirúrgicas.
La albúmina es una proteína sintetizada en el hígado. Representa alrededor del 60% de las proteínas en plasma y desempeña funciones muy importantes en el organismo. Evita que el fluido se escape de los vasos sanguíneos; nutre a los tejidos; y transporta hormonas, vitaminas, fármacos, e iones como el calcio por todo el organismo. La concentración sanguínea de albúmina refleja el estado de la función hepática y el estado nutricional.
La determinación de albúmina se puede solicitar habitualmente en las analíticas. Puede solicitarse junto con muchas otras pruebas cuando una persona presenta signos y/o síntomas de alteración hepática como ictericia, fatiga o pérdida de peso, o signos de síndrome nefrótico como hinchazón de las cuencas orbitarias, de las piernas o del abdomen.
Se puede solicitar la albúmina para evaluar el estado nutricional de un individuo. No obstante, las concentraciones de albúmina se alteran por otras causas además de la malnutrición.
El rango normal suele ser de 3.4 a 5.4 gramos por decilitro (g/dL).
Los rangos de los valores normales pueden variar ligeramente entre diferentes laboratorios. Algunos laboratorios usan diferentes medidas o pueden evaluar diferentes muestras.
Niveles bajos de albúmina indican la necesidad de realización de pruebas adicionales. Pueden reflejar un trastorno transitorio que se resuelva por sí mismo o bien pueden ser sugerentes de un trastorno agudo o crónico que requiera de intervención médica.
Una disminución de la concentración de albúmina puede sugerir enfermedad hepática. Para determinar exactamente el tipo de enfermedad que afecta al hígado se solicitan otras pruebas de función hepática. Sin embargo es posible que la disminución de los niveles de albúmina no sea marcada hasta que el trastorno hepático no esté bastante evolucionado. Por ejemplo, en personas con cirrosis la albúmina está disminuida, pero en otras enfermedades crónicas hepáticas es posible que los niveles se mantengan cercanos a lo que se considera normal.
Niveles bajos de albúmina pueden estar reflejando enfermedades en las cuales los riñones no pueden evitar la pérdida de albúmina desde la sangre hacia la orina. En estos casos, también puede medirse la cantidad de albúmina o proteínas en orina.
También pueden observarse niveles bajos de albúmina en la inflamación, en estados de malnutrición y en estados de shock. Asimismo, niveles disminuidos de albúmina pueden sugerir que el organismo no absorbe ni digiere correctamente las proteínas, como puede suceder en la enfermedad de Crohn o en la enfermedad celíaca, o bien que se pierde gran cantidad de proteínas por los intestinos.
¿Existe alguna población de riesgo que pueda presentar alteraciones en los niveles de albúmina?
Los individuos con enfermedad hepática crónica y alteraciones renales son quienes presentan mayor riesgo de tener niveles de albúmina alterados. Además, las personas cuyo tracto gastrointestinal no absorbe correctamente los nutrientes y las que presentan diarreas prolongadas pueden también presentar niveles de albúmina anómalos.
Para detectar y contribuir al diagnóstico de enfermedad hepática o enfermedad renal; para evaluar el estado nutricional, especialmente en personas hospitalizadas.
La creatinina es una determinación fiable para saber si nuestros riñones funcionan correctamente. Así se debe hacerse el test toda aquella persona que tenga patologías como la diabetes, enfermedades que afecten de base a los riñones ( IRC, Síndrome nefrótico,etc). También rutinariamente por lo menos una vez al año para ver si realmente estamos ingiriendo una cantidad correcta de líquidos y proteína para una correcta funcionalidad renal.
En el contexto de controles médicos habituales; cuando el médico sospecha que puede existir una disfunción renal o ante enfermedades agudas o crónicas que podrían empeorar por una disfunción renal o que podrían afectar a los riñones; regularmente, para monitorizar el tratamiento de la enfermedad renal o para controlar la función renal cuando se toman ciertos medicamentos.
Para tod@s aquell@s los cuales estan debido a un entrenamiento deportivo con una intensidad elevada y por lo tanto llevan una ingesta elevada en proteínas se recomienda la realización de esta prueba para seguimiento renal junto con la urea.
Esta prueba mide la cantidad de creatinina presente en sangre y/u orina. La creatinina es un producto de desecho producido en los músculos a partir de la degradación de un compuesto conocido como creatina. La creatina forma parte de un ciclo en el que se produce la energía necesaria para contraer los músculos. Tanto la creatina como la creatinina se producen en el organismo a una tasa relativamente constante. Prácticamente toda la creatinina se excreta por los riñones, de manera que los niveles sanguíneos de creatinina constituyen una buena medida del funcionalismo renal. La cantidad de creatinina producida depende del tamaño de la persona y de su masa muscular. Por este motivo, las concentraciones de creatinina son ligeramente superiores en hombres que en mujeres y niños.
La creatinina puede solicitarse rutinariamente en un control médico habitual. También puede solicitarse cuando existen molestias inespecíficas, o ante situaciones agudas, y/o cuando el médico sospecha que los riñones no funcionan adecuadamente. Algunos de los signos y síntomas de una disfunción renal incluyen:
La creatinina en sangre puede solicitarse regularmente junto con la urea en sangre y la albúmina en orina cuando existe una alteración renal conocida o una enfermedad que puede afectar a la función renal o puede estar exacerbada por dicha disfunción. Urea y creatinina pueden solicitarse previamente a o durante algunos tipos de tratamiento, y también antes y después de una diálisis para monitorizar la eficacia del tratamiento.
Un resultado normal oscila de 0.7 a 1.3 mg/dL para los hombres y de 0.6 a 1.1 mg/dL para las mujeres.
Las mujeres generalmente tienen niveles de creatinina más bajos que los hombres. Esto se debe a que ellas normalmente tienen menor masa muscular. El nivel de creatinina varía con base en la talla y la masa muscular de una persona.
Los ejemplos de arriba son mediciones comunes para los resultados de estos exámenes. Los rangos de los valores normales pueden variar ligeramente entre diferentes laboratorios. Algunos laboratorios utilizan diferentes mediciones o analizan muestras diferentes.
Un nivel superior a lo normal puede deberse a:
Un nivel inferior a lo normal puede deberse a:
¿Pueden modificarse los niveles de creatinina con el ejercicio?
Generalmente, el ejercicio moderado no modifica las concentraciones de creatinina. A medida que uno realiza más ejercicio y empieza a ganar masa muscular, los niveles de creatinina empiezan a aumentar ligeramente, aunque no hasta niveles anormales.
¿Puede tener algún efecto la dieta con los niveles de creatinina?
Generalmente, los niveles de creatinina no variarán si se sigue una dieta normal. Las concentraciones de creatinina pueden ser un 10%-30% más altas en individuos cuya dieta es muy rica en carnes.
¿Aumentan los niveles de creatinina si tomamos creatina?
La cantidad de creatina y de creatinina depende de la masa muscular, de tal manera que los hombres suelen tener unos niveles superiores a los de las mujeres. La creatina está actualmente disponible en forma de suplemento dietético. Si se toma creatina, es posible que los niveles de creatinina sean superiores a si no se tomara el suplemento de creatina.
¿Varían los valores de creatinina con la edad?
Los niveles de creatinina se relacionan tanto con la masa muscular como con la función renal. A medida que se envejece, la masa muscular disminuye y a la vez el riñón tiende a funcionar menos eficazmente. El resultado final es que no se va a producir un cambio muy acusado de los niveles de creatinina en sangre a medida que uno se hace mayor.
La creatinina es una determinación fiable para saber si nuestros riñones funcionan correctamente. Así se debe hacerse el test toda aquella persona que tenga patologías como la diabetes, enfermedades que afecten de base a los riñones ( IRC, Síndrome nefrótico,etc). También rutinariamente por lo menos una vez al año para ver si realmente estamos ingiriendo una cantidad correcta de líquidos y proteína para una correcta funcionalidad renal.
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