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Actualmente las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo por encima del cáncer. Muchas de esas enfermedades provienen de una alteración progresiva y sostenida en el tiempo del metabolismo de las grasas.
Enfermedad cardíaca es un término general que se utiliza para referirse a una gran variedad de trastornos agudos y crónicos que afectan a uno o más componentes del corazón. Cualquier situación que comporte lesión al corazón o disminución del aporte de oxígeno al corazón hace que el corazón sea menos eficiente reduciendo su capacidad de llenado y bombeo de la sangre, lo que repercute tanto directamente sobre el corazón como sobre otros órganos y tejidos. Las enfermedades cardíacas pueden ser congénitas o adquiridas.
El riesgo es mayor en personas con sobrepeso, fumadoras, con hipertensión o diabéticas, con pruebas indicadoras de riesgo cardíaco alteradas y en aquéllas con historia familiar de enfermedad cardíaca.
Los especialistas recomiendan realizarlo como mínimo una vez al año. Aunque este perfil lo puede realizar cualquier persona interesada en conocer el estado de salud de su corazón y su riesgo cardiovascular, está especialmente indicado en aquellos entre 35-65 años con riesgo intermedio o alto.
También está indicado en personas con antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares o sin antecedentes pero con riesgo bajo.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) suponen 17,5 millones de defunciones a nivel global y más de 120.000 en España. Hay un incremento alarmante de determinados factores de riesgo como los malos hábitos alimentarios, el sedentarismo, el tabaquismo y la obesidad, que hacen que las ECV continúen siendo la principal causa de mortalidad y morbilidad en España.
La detección y control de los factores de riesgo vascular sigue siendo la estrategia fundamental para prevenir las enfermedades vasculares ya que la mayoría de casos de ECV están estrechamente relacionados con hábitos de vida y factores bioquímicos modificables.
El colesterol es utilizado para estimar el riesgo de desarrollar una enfermedad - enfermedad específicamente corazón. Debido a que el colesterol en sangre se ha asociado con el endurecimiento de las arterias (aterosclerosis), enfermedades del corazón, y un mayor riesgo de muerte por ataques al corazón, la prueba de colesterol se considera una parte rutinaria de la atención sanitaria preventiva.
Los adultos deben realizarse un colesterol al menos 1 vez cada 3 años si sigue una dieta saludable y realiza ejercicio físico. Con mayor frecuencia si su alimentación no es buena , no realiza ejercicio habitualmente o existe algún miembro de su familia con colesterol alto. Por supuesto si está recibiendo tratamiento para el colesterol alto o tiene uno o más factores de riesgo de enfermedades del corazón. Los niños, adolescentes y adultos jóvenes deben realizarse un colesterol una vez entre las edades de 9 y 11 y luego otra vez entre las edades de 17 y 21 años.
El colesterol es una sustancia (un esteroide) que es esencial para la vida. Se forman con el las membranas de las células en todos los órganos y tejidos en el cuerpo. Se utiliza para producir hormonas que son esenciales para el desarrollo, el crecimiento y la reproducción. Forma ácidos biliares que son necesarios para absorber los nutrientes de los alimentos.
Una pequeña cantidad de colesterol circula en la sangre en partículas complejas llamadas lipoproteínas. Las partículas de HDL llamado colesterol bueno, transportan el colesterol en exceso para su eliminación y las partículas de LDL llamadas colesterol malo, depositan este en los tejidos y órganos. Es necesario siempre acopañar el colesterol total de las pruebas de colesterol bueno (HDL) y malo (LDL):
El seguimiento y el mantenimiento de niveles saludables de colesterol es importante para mantenerse saludable. El cuerpo produce el colesterol que necesita para funcionar correctamente, pero la fuente más grande de colesterol es la dieta. Si una persona tiene una predisposición hereditaria para los niveles altos de colesterol o come demasiado alimentos que son altos en colesterol, grasas saturadas y grasas insaturadas trans (grasas trans), entonces el nivel de colesterol en la sangre de esa persona pueda aumentar y tener un impacto negativo en su salud. El exceso de colesterol en la sangre puede ser depositado en las placas en las paredes de los vasos sanguíneos. Las placas pueden estrechar o eventualmente bloquear la apertura de los vasos sanguíneos, lo que conduce al endurecimiento de las arterias (aterosclerosis) y mayor riesgo de numerosos problemas de salud, incluyendo enfermedades del corazón y derrame cerebral.
Se recomienda pruebas de colesterol como prueba de cribado que se realiza en todos los adultos al menos una vez cada 3 años. Con frecuencia se realiza en conjunto con un examen físico de rutina. Por lo general, se pide en combinación con otras pruebas, incluyendo el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL), colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y triglicéridos - a menudo llamado un perfil de lípidos o lipídico.
El colesterol se prueba a intervalos más frecuentes (a menudo varias veces al año) en las personas que tienen prescrita una dieta , medicamentos para bajar su colesterol o tienen familiares con niveles altos. La prueba se utiliza para realizar un seguimiento para evaluar el éxito estas medidas en la reducción del colesterol a los niveles deseados y, a su vez disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón.
Los principales factores de riesgo a tener en cuenta para solicitar con asiduidad la prueba incluyen:
Los jóvenes que están en un mayor riesgo de desarrollar enfermedades del corazón como adultos pueden requerir una periodicidad adicional. Algunos de los factores de riesgo son similares a las de los adultos e incluyen:
Para los adultos , en condiciones de rutina, donde se hacen las pruebas para la detección de riesgos, los resultados de la prueba se agrupan en tres categorías de riesgo:
Deseable : Un nivel de colesterol por debajo de 200 mg / dl (5,18 mmol / L) se considera deseable y refleja un bajo riesgo de enfermedades del corazón.
Límite alto : Un nivel de colesterol de 200 a 239 mg / dl (5.18 a 6.18 mmol / L) se considera que refleja un riesgo moderado. Probablemente es recomendable pedir un perfil lipídico para ver si el colesterol alto se debe a la cantidad de colesterol malo (LDL alto-C) o colesterol bueno (HDL-C alta). Dependiendo de los resultados del perfil lipídico (y cualquier otro factor de riesgo), se tomará una decisión acerca de si el tratamiento, incluyendo los cambios de estilo de vida, es necesario.
Alto riesgo : Un nivel de colesterol superior o igual a 240 mg / dl (6,22 mmol / L) se considera de alto riesgo. Es obligado pedir un perfil lipídico (así como otras pruebas) para tratar de determinar la causa del colesterol alto. Una vez que se conoce la causa, se prescribirá un tratamiento adecuado.
Para niños y adolescentes :
Aceptable: un nivel de colesterol por debajo de 170 mg / dl (4,40 mmol / L).
Límite:Un resultado de 170-199 mg / dl (4,40 a 5,16 mmol / L) .
Alto: Una lectura de colesterol total superior o igual a 200 mg / dl o (5,17 mmol / l).
Para los adultos jóvenes :
Aceptable: Un nivel de colesterol por debajo de 190 mg / dl (4,92 mmol / L).
Límite: Un resultado de 190 a 224 mg / dl (4,92 a 5,80 mmol / L).
Alto: A colesterol total mayor que o se considera igual a 225 mg / dl (5,82 mmol / L).
En un entorno de tratamiento, las pruebas se utiliza para ver como disminuye el colesterol como resultado del tratamiento. La meta para la cantidad de cambio o el valor final (objetivo) será fijada por el profesional de salud. El valor objetivo se basa generalmente en el LDL-C.
¿Qué causa el colesterol alto?
El colesterol alto puede ser el resultado de una enfermedad hereditaria o puede ser el resultado de una dieta alta en grasas saturadas. Para muchas personas, es causada por una combinación de ambos una dieta alta en colesterol, grasas saturadas y grasas trans y una tendencia hereditaria hacia el colesterol alto.
¿Qué tratamientos se recomiendan si mi nivel es demasiado alto?
El tratamiento preferido es la adopción de un estilo de vida saludable que le ayudará a reducir sus niveles, incluye ejercicio y una dieta que baja en colesterol, grasas saturadas y grasas trans. Una dieta baja en grasa por lo general ayuda a reducir el colesterol alrededor del 8%. Si la dieta y el ejercicio por sí solo no puede reducir el colesterol suficiente, los medicamentos se recomiendan a menudo y por lo general tienen como objetivo reducir los niveles de LDL-C en concreto. El fármaco de elección es diferente para diferentes personas, aunque los fármacos hipolipemiantes más comúnmente utilizados son las estatinas. Otros medicamentos que pueden recetarse incluyen los secuestrantes de ácidos biliares, niacina y fibratos.
¿Cuál es mi riesgo de un ataque al corazón si tengo el colesterol alto?
El colesterol alto aumenta el riesgo de un ataque al corazón. Cuanto mayor es el colesterol, mayor es el riesgo. Sin embargo, muchos otros factores que afectan el riesgo de un ataque al corazón, como el tabaquismo, la diabetes, la edad y la hipertensión arterial.
No he cambiado mi dieta o ejercicio patrón, pero mi colesterol ha subido desde la última vez que se puso a prueba. ¿Por qué?
Los niveles de colesterol fluctúan con el tiempo. El nivel de colesterol medido puede diferir hasta en un 10% a partir de un mes a otro. Se puede subir a veces o se puede bajar a veces. Estos cambios se llaman variación biológica y representan variabilidad normal inherente en el metabolismo humano.
El colesterol es utilizado para estimar el riesgo de desarrollar una enfermedad - enfermedad específicamente corazón. Debido a que el colesterol en sangre se ha asociado con el endurecimiento de las arterias (aterosclerosis), enfermedades del corazón, y un mayor riesgo de muerte por ataques al corazón, la prueba de colesterol se considera una parte rutinaria de la atención sanitaria preventiva.
Para establecer el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca.
Como parte de un examen rutinario junto con colesterol o perfil lipídico; en adultos, por lo menos debe realizarse cada 2 años; en niños como mínimo una vez entre los 9 y 11 años, y posteriormente nuevamente entre los 17 y los 21 años.
Las lipoproteínas de alta densidad (colesterol HDL o HDL) constituyen una de las clases de lipoproteínas que transportan el colesterol en la sangre. Las HDL consisten principalmente de proteína con una pequeña cantidad de colesterol. Se consideran beneficiosas ya que eliminan el exceso de colesterol de los tejidos y lo transportan hacia el hígado para eliminarlo del organismo. Por ello, el colesterol HDL se denomina a menudo colesterol “bueno”.
Niveles elevados de colesterol se asocian a desarrollo de aterosclerosis (endurecimiento de las arterias) y enfermedad cardíaca. Cuando los niveles de colesterol en sangre aumentan (no se elimina en suficiente cantidad por parte de las HDL), el colesterol puede irse depositando en las paredes de los vasos sanguíneos. Estos depósitos reciben el nombre de placas y es lo que posteriormente dará lugar a la arteriosclerosis.
Niveles elevados de colesterol HDL pueden hacer disminuir el riesgo de desarrollar placas, ya que se favorece la eliminación del exceso de colesterol de la sangre, disminuyendo así el riesgo de padecer infarto agudo de miocardio o accidente vascular cerebral.
El colesterol HDL se solicita si el colesterol está elevado. Normalmente, el colesterol HDL no se solicita de manera aislada sino con otras pruebas como colesterol, colesterol LDL y triglicéridos formando parte de un perfil lipídico. Se recomienda que los adultos se realicen la prueba al menos cada cinco años.
El colesterol HDL -como parte del perfil lipídico- puede solicitarse más frecuentemente en individuos con uno o varios factores de riesgo de enfermedad cardíaca. Entre los factores de riesgo mayores se incluyen:
El cribado con un perfil lipídico también se recomienda en la edad pediátrica. Así, el cribado es recomendable en niños como mínimo una vez entre los 9 y 11 años, y después nuevamente entre los 17 y los 21. Igual que sucede con los adultos, es posible que sean necesarias pruebas adicionales en caso de existir otros factores de riesgo, o en caso de que el cribado ponga de manifiesto unos niveles de colesterol alterados. Entre los factores de riesgo se incluyen una historia familiar de enfermedad cardíaca u otros trastornos como diabetes, hipertensión o sobrepeso. Según la American Academy of Pediatrics, también se puede solicitar un cribado mediante un perfil lipídico a un niño menor de 9 años si uno de los padres presenta un colesterol elevado.
El colesterol HDL puede solicitarse a intervalos regulares para evaluar si los cambios en el estilo de vida recomendados por el médico han resultado útiles, por ejemplo seguir una dieta, realizar ejercicio o dejar de fumar; los niveles de colesterol HDL deberían de haber aumentado.
En adultos:
En niños:
Algunos laboratorios realizan un cálculo (cociente) entre colesterol total y colesterol HDL. El cociente se obtiene dividiendo el resultado del colesterol total por el del colesterol HDL. Por ejemplo, si una persona tiene un colesterol total de 200 mg/dL y un colesterol HDL de 50 mg/dL, el cociente sería de 4 (o expresado también como 4:1). Lo deseable es que el cociente se mantenga por debajo de 5; el valor óptimo del cociente es de 3.5; la American Heart Association recomienda guiarse por los valores absolutos tanto de colesterol como de colesterol HDL, ya que porporcionan mayor utilidad de cara al tratamiento a seguir.
¿Que tratamiento podemos seguir para concentraciones bajas de HDL Colesterol?
Los valores bajos de colesterol HDL no son generalmente una referencia para establecer un tratamiento. Algunos fármacos usados para disminuir el colesterol LDL también incrementan el de HDL; estos fármacos no se prescriben basándose en los valores de colesterol HDL. La introducción de ciertos cambios en el estilo de vida puede contribuir a aumentar los niveles de colesterol HDL. Fumar puede hacer disminuir los valores de colesterol HDL y por ello, dejar el tabaco (en caso de fumadores) es una buena manera de aumentar los valores de colesterol HDL. El ejercicio es otra buena manera de aumentarlos. Se ha descrito que el consumo moderado de alcohol (1 o 2 copas al día) aumenta la concentración de colesterol HDL, pero existe cierta controversia sobre si realmente es beneficioso o no. La mayor parte de médicos no recomienda la ingesta de alcohol para aumentar el colesterol HDL.
¿Representa un problema tener un colesterol HDL alto?
Generalmente, se considera que unas concentraciones elevadas de colesterol HDL son protectoras ya que disminuyen el riesgo de enfermedad arterial coronaria en la mayor parte de la población. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que en algunas personas con concentraciones elevadas de colesterol HDL, este colesterol no es protector y que contrariamente, podría resultar en mayor riesgo de enfermedad arterial coronaria. En un estudio se demostró que personas con colesterol HDL elevado y enfermedad arterial coronaria presentaban trastornos genéticos de los enzimas implicados en el metabolismo lipídico (proteína transferidora de ésteres de colesterol y lipasa hepática). También se demostró en otro estudio que niveles elevados de partículas de colesterol HDL de gran tamaño se asociaban a mayor riesgo de enfermedad coronaria. No obstante, es necesario seguir investigando cuales son las circunstancias que contribuyen a que valores elevados de colesterol HDL se asocien inesperadamente a mayor riesgo de enfermedad arterial coronaria.
Para establecer el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca.
Para establecer el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca.
En adultos, como parte de un examen rutinario junto con colesterol o perfil lipídico, como mínimo una vez cada 2 años; en niños y adolescentes, como mínimo una vez entre los 9 y los 11 años y nuevamente entre los 17 y los 21 años; periódicamente si existen factores de riesgo cardiovascular, si en algún análisis previo los resultados estaban alterados y/o para monitorizar la eficacia del tratamiento.
Las lipoproteínas de baja densidad (LDL) constituyen una de las clases de lipoproteínas que transportan el colesterol en la sangre. La LDL está constituida mayoritariamente por colesterol y por otras sustancias con bajo contenido en proteínas.
Para tener un buen estado de salud es importante que los niveles de lípidos en sangre se mantengan dentro de unos determinados márgenes considerados como saludables. Si se come a menudo alimentos ricos en colesterol, en grasas saturadas y en grasas trans no saturadas, o en personas que presentan una predisposición hereditaria, los niveles de colesterol en sangre pueden aumentar. El colesterol en exceso puede quedar depositado en la pared de vasos sanguíneos en forma de placas. Estas placas pueden estrechar o incluso obturar la luz de los vasos sanguíneos, de manera que las arterias se endurecen (aterosclerosis) y sitúan al individuo a mayor riesgo de sufrir problemas de salud, como enfermedad cardiovascular y accidente vascular cerebral.
El colesterol LDL se considera indeseable ya que favorece el depósito del exceso de colesterol en las paredes de los vasos sanguíneos y contribuye al endurecimiento de las arterias y a la enfermedad cardíaca. Por ello el colesterol LDL recibe frecuentemente el nombre de colesterol “malo”. Contrariamente, el colesterol HDL tiende a transportar el colesterol desde la sangre hacia el hígado, y juega un papel protector frente a las enfermedades cardíacas; por este motivo se le conoce a menudo como colesterol "bueno".
Los niveles de colesterol LDL ayudan a establecer el riesgo de enfermedad cardíaca de una persona y son útiles a la hora de decidir qué tratamiento es mejor en caso de que el individuo presente un riesgo elevado. Para establecer un plan de tratamiento, los resultados del colesterol LDL deben interpretarse junto con factores de riesgo de enfermedad cardíaca. Entre las opciones terapéuticas se incluyen cambios en el estilo de vida, como dieta y ejercicio, o la toma de medicamentos que contribuyen a disminuir los niveles de lípidos, como las estatinas.
Normalmente, para calcular la concentración de colesterol LDL en sangre se utiliza una fórmula en la que intervienen el colesterol total, los triglicéridos y el colesterol HDL (refiérase a preguntas comunes). La mayor parte de las veces la fórmula proporciona una estimación correcta del colesterol LDL presente, si bien es poco exacta cuando los triglicéridos están aumentados, como podría ser el caso de un individuo que no hubiera guardado las horas de ayuno indicadas. En estas situaciones, la única manera de determinar exactamente el colesterol LDL es midiéndolo por un método directo. La medida directa de colesterol LDL no se afecta tanto por los triglicéridos y puede usarse aunque no se esté en ayunas o en los casos en que las concentraciones de triglicéridos están aumentadas (por encima de 400 mg/dL).
El colesterol LDL se solicita como parte del perfil lipídico, junto con colesterol total, colesterol HDL y triglicéridos. Este perfil se puede solicitar como cribado en una persona sana o como parte de un examen médico rutinario. En adultos se recomienda la realización de la prueba como mínimo cada cinco años en edades jovenes y en adultos tres años. Es posible que el perfil lipídico se solicite más frecuentemente en personas con uno o varios factores de riesgo cardiovascular. También se solicita el perfil lipídico en pacientes con colesterol total elevado para establecer si esta elevación es debida a colesterol LDL.
La American Academy of Pediatrics (AAP) recomienda la realización de la prueba en niños y adolescentes una vez entre los 9 y los 11 años, y nuevamente entre los 17 y los 21. En niños y adolescentes con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, el cribado con un perfil lipídico está altamente recomendado. Algunos de los factores de riesgo son similares a los de los adultos; se incluyen una historia familiar de enfermedad cardíaca, o diabetes, hipertensión o sobrepeso. El perfil lipídico debe realizarse ya entre los 2 y los 8 años de edad en caso de que se considere que el niño presenta un elevado riesgo.
Los niveles de colesterol LDL pueden solicitarse regularmente para valorar la eficacia del tratamiento -dieta, ejercicio o fármacos como estatinas-.
Valores elevados de colesterol LDL son indicativos de riesgo de enfermedad cardíaca. En la evaluación de los niveles de colesterol LDL se tienen en cuenta los límites superiores deseables, en función del riesgo del individuo.
Si la persona no presenta otros factores de riesgo, los niveles de colesterol LDL deberían interpretarse como sigue:
Los objetivos están basados en los factores de riesgo individuales son los siguientes:
*Algunos organismos recomiendan que la concentración de colesterol LDL sea inferior a 70 mg/dL (1.82 mmol/L) en caso de que la persona padezca enfermedad cardíaca o haya sufrido un infarto agudo de miocardio.
Entre los factores de riesgo mayores se incluyen:
En el caso de niños sin otros factores de riesgo, el colesterol LDL debe interpretarse como sigue:
y en el caso de adolescentes:
Los niveles bajos de colesterol LDL no suelen revestir ninguna importancia y no se monitorizan. Pueden observarse en personas con un déficit hereditario de lipoproteína y en estados de hipertiroidismo, en infecciones, inflamaciones o cirrosis.
¿Se puede evaluar el colesterol LDL y el riesgo de enfermedad cardíaca de alguna otra manera?
Sí. A pesar de que el colesterol LDL constituye un buen indicador de enfermedad cardiovascular (ECV), ciertas personas con niveles normales de colesterol LDL presentan un aumento del riesgo de ECV. De manera similar, ciertos individuos con enfermedades crónicas como diabetes pueden presentar un riesgo elevado a pesar de tener niveles normales de colesterol LDL. En estos casos se ha sugerido que el número de partículas LDL y/o su tamaño pueden constituir un factor adicional en el establecimiento del riesgo de ECV. En lugar de medir la cantidad de colesterol LDL se puede medir por ejemplo el número de partículas LDL (LDL-P).
¿Qué tratamientos son los recomendados en el caso de que los niveles de colesterol LDL estén elevados?
El primer paso para intentar disminuir los niveles de colesterol LDL consiste en introducir cambios en el estilo de vida, disminuyendo la cantidad de grasas saturadas de la dieta, manteniendo un peso adecuado y realizando ejercicio de forma regular. También pueden estar indicados suplementos dietéticos como fibra. En caso de que estas medidas no sean suficientes se pueden prescribir fármacos. En ciertas personas es necesario combinar diversas estrategias.
¿Cómo se afectan los niveles de colesterol LDL por los cambios en el estilo de vida, como ejercicio o dieta?
El hecho de seguir una dieta baja en grasas saturadas (menos del 7% de las calorías) consigue hacer disminuir los niveles de colesterol LDL alrededor de 10%.
Para establecer el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca.
El riesgo cardíaco esta relacionado con la cantidad y el tipo de grasa que nos circula por la sangre , así una parte de esta la tenemos en forma de trigliceridos. Una alta cantidad de estos eleva la probabilidad de tener un fallo cardíaco, de forma que la valoración y el seguimiento de estos nos sirve de prevención.
Como parte de un perfil lipídico en un chequeo (como mínimo una vez entre los 9-11 años de edad y nuevamente entre los 17 y 21, y como mínimo cada 2 años en adultos); más frecuentemente cuando se tienen factores de riesgo cardíaco o si se sigue un tratamiento para intentar disminuir los niveles de triglicéridos.
Los triglicéridos son la forma en que la grasa se almacena en el organismo y constituyen la principal fuente de energía. Esta prueba determina la concentración de triglicéridos en la sangre.
La mayoría de los triglicéridos (TG) se encuentra en el tejido adiposo (tejido graso). Una cantidad menor de triglicéridos circula en la sangre para proporcionar energía para los músculos. Después de comer, cuando la grasa es transportada desde el intestino hasta el tejido adiposo para ser almacenada, pueden encontrarse niveles elevados de triglicéridos en la sangre. Entre las comidas, los triglicéridos se liberan desde el tejido adiposo para poderlos utilizar como fuente de energía para el organismo. Unas lipoproteínas conocidas como lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) son las moléculas encargadas de transportar la mayor parte de triglicéridos en la sangre.
Niveles elevados de triglicéridos en sangre se asocian a mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular (ECV). Algunos factores y ciertas enfermedades pueden contribuir a aumentar los niveles de triglicéridos en sangre y al riesgo de desarrollar ECV, como la falta de ejercicio físico, el sobrepeso, el consumo de tabaco y de un exceso de alcohol, la diabetes y la enfermedad renal.
Entre los factores de riesgo de enfermedad cardíaca se incluyen:
En los individuos diabéticos es especialmente importante realizar la determinación de triglicéridos ya que la concentración de triglicéridos aumenta significativamente cuando el azúcar en sangre no se controla adecuadamente.
En adultos sanos se recomienda la realización cada 2 años (junto con un perfil lipídico completo) para evaluar el riesgo de enfermedad cardíaca. En niños se recomienda la realización de un perfil lipídico como mínimo una vez entre los 9-11 años de edad; en la adolescencia se recomienda nuevamente entre los 17-21 años.
La prueba se solicita con mayor frecuencia en la monitorización del tratamiento en personas con niveles elevados de triglicéridos o si existen factores de riesgo cardíaco. Entre los factores de riesgo se incluyen antecedentes familiares de enfermedad cardíaca u otros problemas de salud como diabetes, hipertensión o sobrepeso. No suele determinarse aisladamente esta prueba ya que el riesgo de enfermedad cardíaca se basa también en los niveles de colesterol.
El resultado de la determinación de triglicéridos suele realizarse en el contexto de un perfil lipídico y se tendrán en cuenta los resultados del resto de pruebas incluidas en dicho perfil. El resultado obtenido se interpreta como se indica a continuación.
Adultos:
Deseable: inferior a 150 mg/dL (1.7 mmol/L)
Ligeramente elevado: de 150 a 199 mg/dL (1.7 - 2.2 mmol/L)
Elevado: de 200 a 499 mg/dL (2.3 - 5.6 mmol/L)
Muy alto: superior a 500 mg/dL (5.6 mmol/L)
Adultos jóvenes:
Aceptable: inferior a 115 mg/dL (1.30 mmol/L)
Ligeramente elevado: de 115 a 149 mg/dL (1.30 - 1.68 mmol/L)
Elevado: superior a 150 mg/dL (1.7 mmol/L)
Concentraciones elevadas de triglicéridos se asocian a mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca. La hipertrigliceridemia puede obedecer a distintas causas como:
¿Cuáles son los síntomas relacionados con una concentración elevada de triglicéridos?
Normalmente las personas con aumento de la concentración de triglicéridos en sangre no presentan síntomas y la única manera de saber que realmente las concentraciones están aumentadas es realizando la prueba en sangre. No obstante, en caso de que los triglicéridos se mantengan de manera persistente muy elevados (por encima de 1000 mg/dL o de 11.30 mmol/L), pueden presentarse crisis de pancreatitis agudas. Entre los signos y síntomas se incluirían dolor abdominal súbito e intenso, que empeora y se acompaña de fiebre, náuseas, vómitos y a veces ictericia.
¿Qué puedo hacer para bajar los triglicéridos?
En muchas personas, la elevada concentración de triglicéridos en sangre es causada principalmente por la obesidad y e menor medida por la diabetes, enfermedad renal o alcoholismo. En estos casos lo esencial es tratar la causa primaria. Si el aumento de la concentración de triglicéridos no se asocia a otros trastornos, lo habitual es que se asocie también a un aumento de la concentración de colesterol; en estos casos el tratamiento va enfocado a disminuir los niveles tanto de triglicéridos como de colesterol. La primera estrategia que debe emplearse para intentar disminuir los niveles consiste en realizar ejercicio físico y seguir una dieta saludable. En caso de que no sea suficiente, se prescriben fármacos para reducir los niveles de lípidos en sangre, como estatinas.
El riesgo cardíaco esta relacionado con la cantidad y el tipo de grasa que nos circula por la sangre , así una parte de esta la tenemos en forma de trigliceridos. Una alta cantidad de estos eleva la probabilidad de tener un fallo cardíaco, de forma que la valoración y el seguimiento de estos nos sirve de prevención.
Para detectar un posible déficit de folato o de vitamina B12; para establecer si se tiene un mayor riesgo de padecer un infarto agudo de miocardio o un accidente vascular cerebral; para ayudar a diagnosticar un trastorno hereditario muy poco frecuente conocido como homocistinuria.
Cuando el médico sospecha un déficit de vitamina B12 o de folato; si se ha padecido un infarto agudo de miocardio o un accidente vascular cerebral y no se tienen factores de riesgo clásicos como alteraciones del perfil lipídico; como prueba de cribado en un recién nacido o en una persona joven si existe la sospecha de homocistinuria.
La homocisteína es un aminoácido que contiene azufre, normalmente presente en cantidades muy pequeñas en todas las células del organismo. Esto es así porque el organismo convierte rápidamente la homocisteína hacia otras sustancias. Como las vitaminas B6, B12 y el folato son necesarios para conseguir metabolizar la homocisteína, un aumento de los niveles de este aminoácido puede ser indicativo de un déficit de estas vitaminas. Esta prueba determina el nivel de homocisteína en la sangre o en la orina.
Se ha asociado la presencia de niveles elevados de homocisteína a mayor riesgo de enfermedad cardíaca coronaria, accidente vascular cerebral, enfermedad vascular periférica (depósitos de grasa en las arterias periféricas) y aterosclerosis (endurecimiento de las paredes arteriales). Se han descrito varios mecanismos por los cuales la homocisteína se relaciona con enfermedad cardiovascular (ECV), entre los que se incluye la lesión de las paredes de los vasos sanguíneos y la formación inadecuada de coágulos. Por otra parte, existen varios estudios en los que no se observa beneficio alguno sobre la ECV al administrar suplementos de vitaminas del grupo B. Por ahora, la American Heart Association no considera que los niveles de homocisteína constituyan un factor de riesgo primordial para desarrollar enfermedad cardíaca.
La homocisteína puede estar marcadamente elevada en la sangre y en la orina de personas con una rara enfermedad hereditaria conocida como homocistinuria (deficiencia de cistationina beta-sintasa). Este trastorno está causado por una alteración en un gen responsable de la síntesis de un enzima imprescindible para metabolizar la homocisteína. La persona afectada tiene un enzima disfuncionante que no permite la descomposición normal de la homocisteína. Debido a este motivo, la homocisteína y la metionina van acumulándose en el organismo.
Un bebé con este trastorno parecerá normal en el momento del nacimiento pero, en pocos años, empezará a desarrollar signos como subluxación del cristalino del ojo, una figura esbelta, dedos finos y alargados, alteraciones óseas, osteoporosis y un riesgo muy aumentado de tromboembolismo y de aterosclerosis, que pueden llevarle a una enfermedad cardiovascular prematura.
La acumulación puede también originar un retraso mental progresivo, trastornos del comportamiento y convulsiones. Los signos y síntomas pueden mejorar si la enfermedad se detecta pronto, y por este motivo se realiza el cribado neonatal de la homocistinuria.
La homocisteína se solicita cuando el médico sospecha que un individuo pueda tener un déficit de vitamina B12 y/o folato. Al principio, los signos y síntomas son inespecíficos e incluso se diagnostica el déficit antes de que la persona haya percibido algún cambio en su estado de salud. Entre los signos y síntomas que pueden presentarse se incluyen:
Por otra parte, puede solicitarse la homocisteína como parte del establecimiento del riesgo cardíaco, dependiendo de la edad del individuo y de otros factores de riesgo. También puede solicitarse después de un infarto agudo de miocardio o de un accidente vascular cerebral para orientar el tratamiento.
La homocisteína se puede solicitar cuando en un recién nacido se detectan niveles aumentados de metionina, o si algún bebé presenta signos o síntomas de homocistinuria. Los bebés son normales al nacer pero, de no recibir tratamiento, desarrollan signos como luxación del cristalino, una figura esbelta, dedos finos y alargados y alteraciones óseas.
Los niveles de homocisteína pueden aumentar en casos de malnutrición o de déficit de vitamina B12 o folato. En caso de que el aporte dietético de vitamina B12 y/o folato no sea suficiente y si no se toman los suplementos adecuados, es posible que el organismo no pueda convertir la homocisteína en otras formas utilizables por el organismo. En estas situaciones los niveles de homocisteína en sangre aumentan.
Ciertos estudios habían sugerido que las personas con niveles elevados de homocisteína presentaban mayor riesgo de infarto agudo de miocardio o de accidente vascular cerebral en comparación con las personas que tenían unos niveles normales. Sin embargo actualmente, el uso de la homocisteína en el establecimiento del riesgo de enfermedad cardiovascular, de enfermedad vascular periférica y de accidente vascular cerebral es incierto, dado que la administración de suplementos de ácido fólico y vitaminas del grupo B no supone ningún beneficio ni disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular.
En recién nacidos, concentraciones muy elevadas de homocisteína en orina y en sangre significan que es probable que un niño presente una homocistinuria, e indican la necesidad de estudios adicionales para confirmar la causa de este aumento.
¿Es posible que la toma de ciertos medicamentos repercuta sobre el nivel de homocisteína?
Sí. Existen numerosos fármacos que pueden hacer aumentar o disminuir la cantidad de homocisteína en el organismo. El médico y el farmacéutico deberían estar siempre informados acerca de cualquier medicación, tradicional o a base de hierbas, que se esté tomando, debido a que podría modificar los resultados de la prueba. Algunos fármacos como azaribina, carbamazepina, metotrexate y fenitoína pueden hacer aumentar los niveles de homocisteína en sangre; los contraceptivos orales también pueden repercutir sobre el metabolismo de la homocisteína.
Para detectar un posible déficit de folato o de vitamina B12; para establecer si se tiene un mayor riesgo de padecer un infarto agudo de miocardio o un accidente vascular cerebral; para ayudar a diagnosticar un trastorno hereditario muy poco frecuente conocido como homocistinuria.
Para evaluar los niveles y la actividad del fibrinógeno, normalmente como parte de la investigación de un posible trastorno por sangrado o de un episodio trombótico (formación de un coágulo de sangre); a veces se utiliza en la evaluación del riesgo cardiovascular.
Ante sangrados o ante episodios trombóticos; cuando el tiempo de protrombina (TP) o el tiempo de tromboplastina parcial (TTP) están prolongados; si se tiene un familiar con una anomalía o un déficit hereditario del fibrinógeno; cuando el médico precisa información adicional para evaluar el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca.Puede solicitarse en la analítica de un preoperatorio.
El fibrinógeno es un factor de la coagulación (factor I), una proteína esencial para la formación del coágulo sanguíneo. Se dispone de dos tipos de pruebas para evaluar el fibrinógeno: la prueba de actividad de fibrinógeno evalúa como funciona el fibrinógeno en el momento de formar un coágulo mientras que la prueba de fibrinógeno antígeno mide la cantidad de fibrinógeno en sangre.
El fibrinógeno se produce en el hígado y se libera a la circulación cuando se necesita, juntamente a otros factores de la coagulación. Normalmente, cuando un tejido del organismo o una pared vascular están lesionados, un proceso llamado hemostasia permite la formación de un tapón en el sitio de la lesión para impedir o limitar el sangrado. Unos fragmentos celulares conocidos como plaquetas se adhieren y se agregan en el foco de la lesión, iniciándose así la cascada de la coagulación que supone la activación sucesiva de diversos factores de la coagulación.
A medida que esta cascada va completándose, el fibrinógeno soluble se transforma en hebras de fibrina insolubles. Estas hebras se entrecruzan para formar una malla o red de fibrina, estabilizándose posteriormente en el sitio donde se ha producido la lesión. La red de fibrina se adhiere allí junto a las plaquetas, para formar así un coágulo estable. Esta barrera impide pérdidas de sangre adicionales y permanece en el foco hasta que la zona ha cicatrizado.
Para garantizar un correcto proceso de la coagulación y la subsiguiente formación de un coágulo estable debe existir un número de plaquetas adecuado y suficiente cantidad de cada uno de los factores de la coagulación. Si los factores o las plaquetas son disfuncionantes o están en cantidades inadecuadas (por defecto o en exceso) se pueden presentar episodios de sangrado y/o se pueden formar coágulos inapropiadamente (trombosis). Existen muchas pruebas de laboratorio además del fibrinógeno que se utilizan normalmente en la evaluación de la hemostasia.
Actualmente se sabe que las pruebas realizadas en el laboratorio se basan en lo que sucede artificialmente (in vitro) y que no tienen por qué reflejar exactamente lo que sucede realmente en el organismo (in vivo). No obstante, estas pruebas pueden emplearse para evaluar componentes específicos del sistema de la hemostasia. La prueba que mide la actividad del fibrinógeno evalúa la parte de la hemostasia durante la cual el fibrinógeno soluble se convierte en hebras de fibrina. Adicionando trombina a la muestra analizada, se consigue evaluar la función del fibrinógeno.
La prueba de fibrinógeno actividad mide el tiempo que tarda en formarse un coágulo de fibrina después de la adición de una cantidad estándar de trombina al plasma. Esta prueba evalúa la función del fibrinógeno, su capacidad de convertirse a fibrina. El tiempo que se tarda en formar un coágulo se correlaciona directamente con la cantidad de fibrinógeno activo de la muestra. La obtención de unos tiempos de formación del coágulo prolongados puede deberse a concentraciones disminuidas de un fibrinógeno que funciona normalmente o bien a la presencia de un fibrinógeno disfuncionante.
La prueba de fibrinógeno antígeno se basa en la utilización de un anticuerpo que se une al fibrinógeno de la muestra. Mediante esta prueba se mide la cantidad, aunque no la actividad, del fibrinógeno.
El fibrinógeno constituye uno de los muchos factores sanguíneos conocidos como reactantes de fase aguda. Los niveles en sangre de fibrinógeno y de otras sustancias reactantes de fase aguda aumentan marcadamente ante situaciones que causan lesiones o inflamaciones tisulares agudas. Las pruebas de laboratorio empleadas para medir estos reactantes de fase aguda, entre los cuales se cuenta el fibrinógeno, se utilizan para determinar la magnitud de la inflamación.
El médico puede solicitar una prueba de fibrinógeno actividad ante:
El fibrinógeno antígeno puede determinarse ante disminuciones de la actividad del fibrinógeno, para conocer si éstas se deben a una cantidad insuficiente de fibrinógeno o a un fibrinógeno disfuncionante.
A veces, la determinación de fibrinógeno se realiza junto a otras pruebas cuando el médico pretende evaluar el riesgo de un individuo de desarrollar enfermedad cardiovascular ya que niveles elevados de fibrinógeno se han asociado a enfermedad coronaria arterial, a infarto agudo de miocardio y a enfermedad arterial periférica.
Los resultados del análisis del fibrinógeno se expresan como concentración de la proteína en sangre. La actividad de fibrinógeno se traduce a concentraciones para poder establecer comparaciones con los resultados del fibrinógeno antígeno.
Unos resultados normales de la prueba de fibrinógeno actividad reflejan una capacidad normal de coagulación en el organismo.
Una actividad de fibrinógeno reducida de manera significativa puede deberse a disminuciones de los niveles de fibrinógeno o bien a presencia de fibrinógeno disfuncionante. Disminuciones tanto de la actividad como de los niveles de antígeno del fibrinógeno se asocian a una incapacidad para formar coágulos de sangre estables.
Concentraciones bajas que se mantienen de manera crónica pueden relacionarse con una producción disminuida debida a una enfermedad hereditaria como la afibrinogenemia o hipofibrinogenemia, o a una enfermedad adquirida como enfermedad hepática terminal o malnutrición severa.
Concentraciones bajas instauradas de manera aguda suelen relacionarse con consumo aumentado de fibrinógeno, como puede observarse en una coagulación intravascular diseminada (CID) y en fibrinolisis anómalas. A veces, también puede observarse una concentración disminuida de fibrinógeno después de transfusiones de sangre de elevado volumen, administradas de manera rápida y en personas malnutridas.
A veces se evalúan los resultados estableciendo un cociente entre el fibrinógeno antígeno y el fibrinógeno actividad. Esto puede ser útil para distinguir entre disfibrinogenemia (cociente elevado) e hipofibrinogenemia (cociente cercano a 1).
El fibrinógeno es un reactante de fase aguda, y ello significa que su concentración puede aumentar de manera marcada en cualquier situación que cause una inflamación o lesión tisular. Una concentraciones elevadas de fibrinógeno no son específicas –no informan al médico sobre la causa o la localización del problema. Normalmente, estas elevaciones son transitorias, normalizándose después de que se haya resuelto el problema subyacente. Se pueden observar valores elevados en:
¿Qué se puede hacer para reducir la concentración de fibrinógeno?
Si la concentración de fibrinógeno está aumentada debido a un embarazo o a un proceso inflamatorio agudo, volverá probablemente a sus valores normales por sí misma una vez se haya resuelto el problema de base. Si el aumento es debido a una causa como una artritis reumatoide, el médico podrá intervenir muy poco para modificar la concentración. Si el médico cree que el riesgo de enfermedad cardiovascular está aumentado a consecuencia de una concentración elevada de fibrinógeno, se podría introducir cambios en el estilo de vida que también supondrían un beneficio para otros factores de riesgo, como una reducción del colesterol y un aumento del colesterol HDL. Existe también cierta evidencia de que dietas ricas en ácidos grasos (aceites de pescado) del tipo omega-3 y omega-6 pueden contribuir a reducir la concentración de fibrinógeno.
¿En qué consiste la diferencia entre fibrinógeno, dímero-D y los productos de degradación de la fibrina (PDF)?
La prueba de fibrinógeno actividad evalúa la conversión de fibrinógeno a fibrina; la de fibrinógeno antígeno mide la cantidad de factor I soluble (disuelto en la sangre), antes de que se convierta en fibrina insoluble y se transforme en una red de fibrina. Tanto el dímero-D como los PDF ayudan a evaluar el estado del sistema fibrinolítico, que es la capacidad del organismo para romper los coágulos sanguíneos y eliminarlos una vez ya no son necesarios. La prueba que mide los PDF constituye una medida del conjunto de fragmentos del coágulo que se ha disuelto, mientras que el dímero-D constituye una medida más específica de uno de los fragmentos que están entrelazados en la malla de fibrina y que se degradan.
¿Es posible que el fibrinógeno esté disminuido o sea anómalo sin darse cuenta de ello?
Sí. Muchas personas tienen un proceso de la coagulación relativamente normal a pesar de que los niveles de fibrinógeno o su actividad estén disminuidos. Sólo se identificará la alteración en el caso de que se sangre más de lo esperado después de una intervención quirúrgica o un traumatismo, o de que se realice algún estudio de la hemostasia (coagulación) por algún otro motivo, como por ejemplo, antes de una intervención quirúrgica.
Para evaluar los niveles y la actividad del fibrinógeno, normalmente como parte de la investigación de un posible trastorno por sangrado o de un episodio trombótico (formación de un coágulo de sangre); a veces se utiliza en la evaluación del riesgo cardiovascular.
Para evaluar el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
No existe un consenso claro sobre cuándo realizar esta prueba. A menudo se determina junto con otras pruebas de laboratorio que evalúan el riesgo cardíaco, como el perfil lipídico (colesterol, triglicéridos, colesterol HDL, colesterol LDL).
La proteína C reactiva (PCR) es una proteína que se sintetiza en el hígado y se libera a la circulación sanguínea. Su concentración aumenta en presencia de inflamación y de infección, así como después de un infarto agudo de miocardio (IAM), intervenciones quirúrgicas y traumatismos. Es una de las proteínas a las que a menudo se conoce con el nombre de reactantes de fase aguda. La prueba ultrasensible (proteína C reactiva ultrasensible) permite medir la PCR cuando la proteína se encuentra en cantidades muy pequeñas, siendo su principal utilidad la de identificar la existencia de un mínimo estado de inflamación, asociado a riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
Existen dos maneras de medir la PCR: la prueba para PCR convencional o estándar y la prueba ultrasensible (PCR-us). Cada una de estas pruebas mide la misma proteína en sangre aunque entre unos rangos de concentración distintos y con distinta finalidad.
La prueba convencional (PCR) mide cantidades elevadas de PCR para detectar enfermedades o procesos que causan inflamación importante. Mide cantidades de PCR que oscilan entre los 10 y los 1000 mg/L.
La prueba ultrasensible (PCR-us o us-CRP por sus siglas en inglés) es capaz de medir concentraciones muy bajas de esta proteína que no llegan a detectarse con la técnica convencional; la finalidad de la prueba ultrasensible es la de evaluar el riesgo cardiovascular de un individuo. Mide concentraciones de PCR entre 0.5 y 10 mg/L.
Se sabe que la presencia de un grado bajo de inflamación persistente desempeña un papel fundamental en la aterosclerosis que a menudo se asocia a enfermedad cardiovascular (ECV).
Son varios los factores de riesgo que se asocian a desarrollo de ECV, como antecedentes familiares de ECV, aumento de colesterol, hipertensión, obesidad o diabetes. Sin embargo también es cierto que hay personas que desarrollan ECV sin tener ninguno de estos factores de riesgo. Se sigue investigando si pueden existir factores de riesgo adicionales que puedan explicar el desarrollo de ECV y permitan establecer modificaciones del estilo de vida y/o administrar tratamiento para disminuir el riesgo del individuo.
La PCR ultrasensible es uno de entre varios marcadores de riesgo cardíaco que se emplea para determinar el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular. Diversos estudios han demostrado que la medida de la PCR con un técnica de alta sensibilidad permite identificar el nivel de riesgo de ECV en personas aparentemente sanas. Esta prueba ultrasensible permite medir la PCR cuando se encuentra a concentraciones que rozan el límite inferior de lo que se considera normal para la PCR. Estos niveles normales aunque más o menos elevados de PCR en personas sanas tienen la capacidad de predecir el riesgo futuro de padecer un infarto agudo de miocardio, accidente vascular cerebral, muerte súbita cardíaca y enfermedad arterial periférica, a pesar de que los niveles de colesterol sean normales.
No existe un consenso acerca del mejor momento para la medida de la PC/PCR-us. El American College of Cardiology y la American Heart Association defienden que la medida de la PCR/PCR-us puede resultar útil en varones menores de 50 años o en mujeres menores de 60 años con riesgo intermedio. También creen que puede resultar útil para tomar decisiones terapéuticas una vez superada esa edad, si la concentración del colesterol LDL es inferior a 130 mg/dL y cumplen con otros criterios como que no exista enfermedad cardíaca, diabetes, enfermedad renal o trastornos inflamatorios.
Es posible que se repita la determinación de la PCR/PCR-us para tener la certeza de que realmente el nivel bajo de inflamación es persistente.
La presencia de niveles relativamente elevados de PCR/ PCR-us en personas sanas es predictiva de un mayor riesgo de padecer un infarto agudo de miocardio, accidente vascular cerebral, muerte súbita cardíaca y/o enfermedad vascular periférica, a pesar de que los niveles de colesterol se mantengan dentro de unos valores razonables.
Las personas con los niveles de PCR/PCR-us más elevados son las que tienen el mayor riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, y contrariamente las que los tienen más bajos son las que presentan menor riesgo. Concretamente, las personas con niveles de PCR/ PCR-us más altos tienen un riesgo de padecer un infarto agudo de miocardio de entre 1.5 y 4 veces mayor al que tienen las personas con los niveles más bajos de PCR/PCR-us.
La American Heart Association (AHA) y los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) definieron los siguientes grupos de riesgo:
Estos valores sólo constituyen una parte de lo que se requiere en el proceso de evaluación de una enfermedad cardiovascular. Otros factores de riesgo que deben considerarse son: colesterol, colesterol LDL, triglicéridos y glucosa. Además, también hacen aumentar el riesgo el consumo de tabaco, la hipertensión arterial y la diabetes.
¿La determinación de proteína C reactiva (PCR) o ultrasensible (PCR-us) es específica para predecir la enfermedad cardíaca?
No. La PCR es un marcador de inflamación, un proceso que puede afectar a distintos tejidos y órganos. La mayoría de los estudios realizados hasta la fecha se han centrado en la enfermedad cardíaca, pero existen nuevas investigaciones que muestran que tener valores de PCR-us en el límite superior de la normalidad puede asociarse a otras enfermedades como el cáncer de colon, complicaciones de la diabetes y obesidad.
¿Es posible que se haya medido el colesterol total pero nunca la PCR/PCR-us?
Es posible que no esté indicado medir la PCR-us por no pertenecer a alguna de las categorías de riesgo. A pesar de que hace años que se emplea la técnica convencional para medir la PCR, la determinación de PCR-us es relativamente nueva y los expertos aún no han llegado a un acuerdo sobre cuando y con qué frecuencia debería solicitarse.
¿Cuál es la diferencia entre PCR convencional o estándar y PCR-us?
Ambas pruebas determinan la misma proteína en sangre. La PCR-us es útil para determinar el riesgo de enfermedad cardiovascular en población aparentemente sana. Mide PCR en rangos de 0.5 a 10 mg/L. La determinación de PCR convencional se solicita a personas con signos y síntomas de infección bacteriana o con signos y síntomas de una enfermedad inflamatoria crónica, como una artritis reumatoide. Mide PCR en un rango de 10 a 1000 mg/L.
Para evaluar el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
Para proporcionar información adicional acerca del riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca; también como parte del cribado de la enfermedad cardiovascular.
En el caso de presentar una historia familiar de enfermedad cardiovascular siendo relativamente joven; cuando existe enfermedad cardíaca o se ha sufrido un infarto agudo de miocardio o un accidente vascular cerebral, pero los resultados del perfil lipídico son normales, o tan solo consisten en leves aumentos del colesterol total y/o del colesterol LDL.
La lipoproteína (a) o Lp(a) es una lipoproteína que transporta colesterol en la sangre. Es similar a la lipoproteína de baja densidad o LDL, y contiene una molécula proteica de apolipoproteína B así como colesterol y otros lípidos. Esta prueba mide la cantidad de Lp(a) en sangre y es útil para evaluar el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV).
La Lp(a), igual que el colesterol LDL, constituye un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. La cantidad de Lp(a) en sangre viene determinada genéticamente y se mantiene relativamente constante durante toda la vida del individuo. Se cree que un nivel elevado de Lp(a) contribuye al riesgo cardiovascular global, por lo que se la considera un buen marcador de riesgo cardiovascular.
La porción proteica de Lp(a) consiste en:
Apolipoproteína B (Apo B) - proteína implicada en el metabolismo de los lípidos; es el principal componente de lipoproteínas de baja densidad (LDL) y de muy baja densidad (VLDL)
Apolipoproteína (a) - un segundo componente, que está unido a Apo B. La apolipoproteína (a) presenta una estructura inusual y se cree que inhibe la disolución normal de los coágulos de sangre. El tamaño de la apolipoproteína(a) varía entre los distintos individuos. El significado de esta variación en el tamaño y su asociación a un mayor riesgo de ECV son complejos. Existe cierta evidencia de que formas pequeñas de Lp(a) aumentan más el riesgo de aterosclerosis que las formas de mayor tamaño. La mayor parte de pruebas para medir la Lp(a) no evalúan el tamaño de la apolipoproteína(a); tan sólo miden su nivel en sangre.
Como aproximadamente el 50% de personas que sufren infarto agudo de miocardio tienen niveles de colesterol en sangre normales, los investigadores han buscado otros factores de riesgo que podrían asociarse a enfermedad cardíaca. Así, la Lp(a) sería uno de esos factores y podría contribuir potencialmente a través de dos mecanismos. En primer lugar, como la Lp(a) promueve la captación de partículas de LDL por las paredes de los vasos sanguíneos puede contribuir potencialmente al desarrollo de la placa de aterosclerosis en la pared vascular. Además, al tener la Lp(a) una estructura capaz de inhibir enzimas que disuelven el coágulo, se favorecería la acumulación de coágulos en las arterias. Por estos motivos se cree que la Lp(a) puede ser más aterogénica que la lipoproteína de baja densidad o LDL.
La Lp(a) no se solicita de manera rutinaria, ni forma parte del perfil lipídico. Sin embargo, sí se puede solicitar junto a otros marcadores de riesgo cardíaco cuando se presenta una historia familiar de enfermedad cardiovascular prematura no explicable por aumento del colesterol LDL o disminución del colesterol HDL.
Algunos médicos solicitan la Lp(a) en las siguientes situaciones:
Enfermedad cardíaca o vascular conocida, especialmente si los niveles de lípidos son normales o moderadamente elevados
Predisposición genética para tener un aumento de los niveles de colesterol en sangre
Accidente vascular cerebral o infarto agudo de miocardio con niveles normales o moderadamente elevados de lípidos.
Una concentración elevada de Lp(a) puede hacer aumentar el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular (ECV) y cerebrovascular. En personas con un perfil lipídico normal la Lp(a) puede estar elevada. Se cree que un aumento de la concentración de Lp(a) es un factor de riesgo de enfermedad cardíaca independiente de los niveles de otros lípidos.
La concentración de Lp(a) está genéticamente determinada y no se modifica fácilmente por cambios en el estilo de vida ni por fármacos. No obstante, algunos trastornos de causa no genética pueden conducir a aumentos de los niveles de Lp(a) como: disminución de los niveles de estrógenos, hipercolesterolemia familiar, hipotiroidismo severo, diabetes mal controlada, insuficiencia renal crónica y síndrome nefrótico.
No se conocen problemas de salud asociados a concentraciones bajas de Lp(a). En muchas personas, los niveles de Lp(a) en sangre son tan bajos que no pueden detectarse.
¿Por qué motivo estaría indicado el estudio de Lp(a) en más de una ocasión?
Generalmente la determinación de Lp(a) se solicita una sola vez, porque su concentración no acostumbra a variar. De forma ocasional el médico puede solicitar la repetición de Lp(a) para confirmar el valor inicial, especialmente si la primera vez se realizó la prueba estando enfermo, o para determinar si el riesgo ha podido aumentar significativamente después de la menopausia, o para monitorizar los efectos del tratamiento.
¿Se puede analizar la Lp(a) en la misma consulta médica?
Para realizar este análisis se requiere una instrumentación especial normalmente disponible en laboratorios. No todos los laboratorios realizan la prueba; es posible que la muestra se envíe a un laboratorio de referencia.
¿Por qué el médico prescribe a veces un tratamiento si los niveles de Lp(a) no van a modificarse a lo largo de la vida?
A pesar de que los niveles de Lp(a) no responden al tratamiento, al médico le interesa establecer un tratamiento para controlar los otros posibles factores de riesgo cardiovascular que la persona pueda presentar y así disminuir el riesgo global.
Para proporcionar información adicional acerca del riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca; también como parte del cribado de la enfermedad cardiovascular.
Cribado y diagnóstico
La prueba de la hemoglobina glicada (HbA1c) se emplea en adultos para detectar y diagnosticar estados prediabéticos o una diabetes. La HbA1c se forma a consecuencia de la unión de la glucosa a la hemoglobina, en la sangre. A mayor cantidad de glucosa en sangre más cantidad de HbA1c se forma.
Sin embargo, HbA1c no debería emplearse para la detección de diabetes en los siguientes casos: diabetes
asociada fibrosis quística, diagnóstico de una diabetes gestacional, diagnóstico de diabetes
en niños y adolescentes, en personas que han sufrido sangrados recientemente o que han recibido transfusiones de sangre, en enfermedad renal crónica, en enfermedad hepáticacrónica o en caso de trastornos sanguíneos
como anemias por déficit de hierro o por déficit de vitamina B12, ni en portadores de variantes de la hemoglobina (por ejemplo, personas con talasemia o anemia falciforme). En estos casos, las determinaciones a emplear para establecer el diagnóstico de diabetes son la medida de la glucosa en ayunas y la prueba de tolerancia oral a la glucosa.
Por otra parte, para la medida de la A1c con finalidades de cribado o de diagnóstico, sólo deberían utilizarse métodos estandarizados (National Glycohemoglobin Standardization Program). Actualmente los sistemas conocidos como métodos a la cabecera del enfermo (point-of care testing), que pueden utilizarse en la misma consulta del médico, presentan demasiada variabilidad para ser empleados con finalidades diagnósticas, aunque sí son útiles para la monitorización del tratamiento (estilo de vida y fármacos).
Monitorización
La HbA1c se emplea para monitorizar los niveles de glucosa en sangre durante un intervalo de tiempo. El objetivo de las personas con diabetes consiste en poder mantener sus niveles de glucosa en sangre lo más cercanos posible a los esperados en una persona sana. Así, se minimizan complicaciones ocasionadas por concentraciones de glucosa persistentemente elevadas como daño progresivo sobre distintos órganos y tejidos, por ejemplo en riñones,
ojos, sistema cardiovascular y sistema nervioso. El resultado de A1c proporciona una idea de la cantidad de glucosa (valor promedio) en sangre en los últimos 2-3 meses. Este dato es importante para conocer si las medidas de control sobre la diabetes funcionan o deben reajustarse.
A1c se utiliza a menudo para enseñar a personas recién diagnosticadas de diabetes como estaban de aumentadas sus concentraciones de glucosa en sangre en los 2-3 meses previos. Es posible que se solicite la prueba regularmente hasta que se alcance un correcto control de la enfermedad, y posteriormente 2 veces al año para verificar que el control se mantiene de una manera adecuada.
Como parte de un control rutinario o si se tienen factores de riesgo o síntomas de diabetes; después del diagnóstico de una diabetes, unas 4 veces al año si no se alcanza el objetivo terapéutico o si se producen cambios en la medicación; unas 2 veces al año si se ha conseguido el objetivo terapéutico y se mantiene un correcto control glicémico.
La hemoglobina A1c, también conocida como A1c o hemoglobina glicada, es una molécula de hemoglobina a la que se ha unido una molécula de glucosa. La prueba evalúa los niveles de glucosa en sangre de los últimos 2-3 meses (como valor promedio) y se realiza midiendo el porcentaje de glicohemoglobina.
La hemoglobina es una proteína de las células de la serie roja de la sangre, o hematíes, encargada del transporte de oxígeno. Existen diferentes tipos de hemoglobina, algunos considerados como normales y otros considerados como variantes de la hemoglobina. La forma predominante que representa cerca del 95-98% del total de hemoglobina, es la hemoglobina A. La glucosa que circula por la sangre puede unirse espontáneamente a la hemoglobina.
Cuanto más elevada sea la concentración de glucosa en sangre, más hemoglobina glicada se formará. Una vez la glucosa se ha unido a la hemoglobina, permanece ligada a ella durante el período de tiempo en el que las células rojas pueden mantenerse vivas, normalmente unos 120 días. La forma predominante de hemoglobina glicada se conoce como A1c (o HbA1c). Se va produciendo así HbA1c diariamente que se va eliminando de la circulación sanguínea a medida que las células de la serie roja o hematíes van muriendo; éstas van sustituyéndose por células más jóvenes (con hemoglobina no-glicada).
Esta prueba se puede utilizar para detectar una diabetes o riesgo de desarrollarla. Las normas de atención médica promulgadas por la American Diabetes Association (ADA) establecen que puede diagnosticarse una diabetes en base a criterios de A1c o glucosa en sangre, mediante la medida de glucosa en ayunas o la medida de glucosa a los 120 minutos de una sobrecarga de 75 gramos de glucosa por vía oral.
La hemoglobina glicada se emplea para monitorizar el tratamiento de una persona diabética; A1c es útil para evaluar como se han ido controlando los individuos sus niveles de glucosa a lo largo del tiempo. Un valor de HbA1c inferior al 7% indica un correcto control de la glucosa en sangre y menor riesgo de que se desarrollen complicaciones propias de la diabetes.
Por otra parte, la American Diabetes Association (ADA) y la European Association for the Study of Diabetes (EASD) recomiendan que el control de la glucosa en sangre en la diabetes de tipo 2 se centre más en las características de cada individuo. Datos recientes demuestran que unos niveles bajos de glucosa en sangre (hipoglicemia) pueden ocasionar complicaciones. Así, personas con riesgo de presentar hipoglicemias graves, con enfermedades subyacentes, con complicaciones vasculares y con una limitada expectativa de vida no se beneficiarían necesariamente por tener unos niveles de HbA1c rigurosamente inferiores al 7%.
Cribado y diagnóstico
La hemoglobina glicada puede solicitarse en un chequeo rutinario o cuando se sospecha una diabetes por la presencia de signos y síntomas sugestivos de hiperglicemia como:
Aumento de la sensación de sed
Aumento de la necesidad de orinar
Aumento del apetito
Fatiga
Visión borrosa
Retraso de la cicatrización de heridas
También se puede solicitar la HbA1c en adultos con sobrepeso y con los siguientes factores de riesgo:
Inactividad física, sedentarismo
Familiar de primer grado con diabetes
Raza o etnia con elevado riesgo de desarrollar diabetes
Hipertensión
Alteración del perfil lipídico (colesterol HDL disminuido y/o aumento de triglicéridos)
Mujeres con síndrome del ovario poliquístico
Enfermedad cardiovascular
Otras condiciones clínicas asociadas a resistencia a la insulina
La American Diabetes Association (ADA) recomienda empezar a medir la HbA1c en personas con sobrepeso a los 45 años; si el resultado es normal, se recomienda repetir la prueba como mínimo cada 3 años, en función de los resultados y de los factores de riesgo.
Las personas con mayor riesgo de desarrollar diabetes (prediabetes) deberían realizarse la prueba con carácter anual.
Monitorización
En función del tipo de diabetes, de como se está llevando su control y de las recomendaciones del médico, la hemoglobina glicada debería medirse entre 2 y 4 veces al año. Si se alcanza un correcto control de la diabetes, la ADA recomienda la medida de HbA1c un mínimo de 2 veces al año. Si se acaba de establecer el diagnóstico de diabetes o si no se consigue alcanzar un correcto control glicémico, la prueba debería repetirse trimestralmente.
Con finalidades de cribado y diagnóstico, pueden obtenerse los siguientes resultados:
Con finalidades de monitorización, HbA1c se informa como porcentaje, y para la mayoría de personas diabéticas se recomienda mantenerla por debajo de 7%. El control de una diabetes será mejor cuanto más cercano al objetivo de tratamiento marcado por la ADA (HbA1c inferior al 7%) se mantenga el resultado de A1c en una persona diabética, siempre que no experimente un riesgo excesivo de desarrollar hipoglicemia. A medida que aumenta el porcentaje de A1c, aumenta también el riesgo de desarrollar complicaciones.
En la diabetes de tipo 2, el objetivo del tratamiento se centra más en el individuo y depende de factores como tiempo transcurrido desde el diagnóstico, presencia de otras enfermedades o complicaciones propias de la diabetes (por ejemplo, alteraciones en la visión, pérdida de la vista, daño renal), riesgo de complicaciones derivadas de hipoglicemia y expectativa de vida limitada.
Por ejemplo, una persona con enfermedad cardíaca que lleva años diagnosticada de una diabetes de tipo 2 y que no ha presentado complicaciones propias de la diabetes puede intentar mantenerse en unos niveles de A1c un poco superiores (entre 7.5% y 8%), si así lo ha indicado el médico. Contrariamente, en una persona diabética recién diagnosticada y con buena salud el porcentaje a alcanzar puede ser inferior (entre 6% y 6.5%), siempre y cuando la hipoglicemia no constituya un riesgo significativo.
En el informe de laboratorio se puede incluir el resultado de HbA1c expresado en unidades SI (mmol/mol) junto con una estimación de la glucosa promedio, que no es más que un cálculo a partir de la A1c.
El objetivo de proporcionar el valor promedio de glucosa es el de facilitar que el individuo relacione los niveles de A1c con los de la monitorización diaria de la glucosa y los de la medida de la glucosa en el laboratorio. La fórmula para estimar la glucosa promedio convierte el porcentaje de A1a unidades, mg/dL o bien mmol/L.
Debe tenerse presente que la estimación de la glucosa promedio proporciona una idea de los niveles de glucosa en sangre de los últimos dos meses, si bien no se corresponde exactamente con un resultado de glucosa puntual de un día. La ADA es partidaria de este cálculo y proporciona una fórmula para estimar la glucosa.
¿Por qué los resultados de A1c y de glucosa en sangre no son iguales?
Más allá de las diferentes unidades con las que se informan A1c y glucosa, la primera representa un promedio durante un período de tiempo mientras que el resultado de la glucosa refleja los niveles de glucosa en sangre en el momento en que se obtiene la muestra. Cada medida de glucosa en sangre puede ser distinta, ya que varía con los aumentos y disminuciones de la misma (por diversas causas). HbA1c indica que en general la glucosa se ha mantenido elevada (o no) en los meses previos al análisis. HbA1c no es tan sensible como la medida de glucosa en sangre. No obstante, si el control diario de la glucosa se mantiene estable (ya sea correcto o incorrecto), la A1c y la medida de la glucosa por el laboratorio reflejarán esta particularidad. Es importante recordar el desfase asociado a HbA1c: un correcto control de la glucosa en las últimas 2-3 semanas no se refleja en el resultado de A1c hasta al cabo de algunas semanas.
También debe tenerse en cuenta que la hemoglobina glicada y la glucosa son compuestos diferentes, a pesar de que están íntimamente relacionados. Ocasionalmente, en ciertas personas, HbA1c no refleja de manera fiable la glucosa promedio.
Cribado y diagnóstico
La prueba de la hemoglobina glicada (HbA1c) se emplea en adultos para detectar y diagnosticar estados prediabéticos o una diabetes. La HbA1c se forma a consecuencia de la unión de la glucosa a la hemoglobina, en la sangre. A mayor cantidad de glucosa en sangre más cantidad de HbA1c se forma.
Sin embargo, HbA1c no debería emplearse para la detección de diabetes en los siguientes casos: diabetes
asociada fibrosis quística, diagnóstico de una diabetes gestacional, diagnóstico de diabetes
en niños y adolescentes, en personas que han sufrido sangrados recientemente o que han recibido transfusiones de sangre, en enfermedad renal crónica, en enfermedad hepáticacrónica o en caso de trastornos sanguíneos
como anemias por déficit de hierro o por déficit de vitamina B12, ni en portadores de variantes de la hemoglobina (por ejemplo, personas con talasemia o anemia falciforme). En estos casos, las determinaciones a emplear para establecer el diagnóstico de diabetes son la medida de la glucosa en ayunas y la prueba de tolerancia oral a la glucosa.
Por otra parte, para la medida de la A1c con finalidades de cribado o de diagnóstico, sólo deberían utilizarse métodos estandarizados (National Glycohemoglobin Standardization Program). Actualmente los sistemas conocidos como métodos a la cabecera del enfermo (point-of care testing), que pueden utilizarse en la misma consulta del médico, presentan demasiada variabilidad para ser empleados con finalidades diagnósticas, aunque sí son útiles para la monitorización del tratamiento (estilo de vida y fármacos).
Monitorización
La HbA1c se emplea para monitorizar los niveles de glucosa en sangre durante un intervalo de tiempo. El objetivo de las personas con diabetes consiste en poder mantener sus niveles de glucosa en sangre lo más cercanos posible a los esperados en una persona sana. Así, se minimizan complicaciones ocasionadas por concentraciones de glucosa persistentemente elevadas como daño progresivo sobre distintos órganos y tejidos, por ejemplo en riñones,
ojos, sistema cardiovascular y sistema nervioso. El resultado de A1c proporciona una idea de la cantidad de glucosa (valor promedio) en sangre en los últimos 2-3 meses. Este dato es importante para conocer si las medidas de control sobre la diabetes funcionan o deben reajustarse.
A1c se utiliza a menudo para enseñar a personas recién diagnosticadas de diabetes como estaban de aumentadas sus concentraciones de glucosa en sangre en los 2-3 meses previos. Es posible que se solicite la prueba regularmente hasta que se alcance un correcto control de la enfermedad, y posteriormente 2 veces al año para verificar que el control se mantiene de una manera adecuada.
Con este análisis obtienes información de tu salud cardiovascular. A través de una muestra de sangre, puedes obtener información sobre los niveles de colesterol (HDL y LDL), triglicéridos, homocisteína, proteína C reactiva, lipoproteína (a) y hemoglobina glicosilada.
El análisis de estos parámetros permite conocer si hay un mayor riesgo de ECV y establecer el riesgo relativo de padecer un evento cardiovascular. Este análisis permite establecer medidas preventivas en caso de necesitarlo.
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