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Hoy en día el cáncer ya es en muchos países la primera causa de muerte por delante de los accidentes cardiovasculares. Debemos de entender que el cáncer es una enfermedad común. Este crecimiento en la incidencia (independientemente de factores externos) se debe al aumento de la esperanza de vida que estamos experimentando en los últimos años. No olvidemos que el cáncer es únicamente la alteración en el comportamiento de un grupo de células que empiezan a funcionar por su cuenta de forma autónoma debido a una cantidad de mutaciones que se producen en su material genético. Por ello, LABH4 ha creado el Panel Cáncer en el cual se incluyen diferentes marcadores tumorales para valorar diferentes órganos o áreas corporales.
Las recomendaciones para realizar el panel son varias. Lo más importante es poder testar objetivamente el cáncer y llegar a la tranquilidad del paciente. Con una simple extracción sanguínea estaremos valorando todo aquello que nos preocupa. Consulte con su médico.
Con este panel realizaremos un screening de los tumores más comunes. Estos son, tumor de próstata, tumor gástrico, tumor pancreático, tumor colorrectal y tumor sanguíneo.
Para el cribado y el seguimiento de ciertos cánceres de hígado, testículos u ovarios.
El médico puede solicitar la determinación de alfa-fetoproteína (AFP) en las siguientes situaciones:
Sospecha de cáncer de hígado u otros cánceres malignos como cáncer testicular o cáncer de ovario; puede por ejemplo sospecharse cáncer si se palpan masas abdominales o si las pruebas de imagen dan resultados compatibles con tumores.
A veces se puede solicitar la AFP-L3% para evaluar el riesgo de desarrollar carcinoma hepatocelular cuando existe una enfermedad hepática crónica previa, o para verificar la eficacia del tratamiento o posibles recurrencias de un carcinoma hepatocelular.
La alfa-fetoproteína (AFP) es una proteína sintetizada principalmente por el hígado del feto en desarrollo y por el saco vitelino. Las concentraciones de AFP son altas en el recién nacido aunque disminuyen rápidamente. Las lesiones hepáticas y ciertos tumores pueden ocasionar aumentos significativos de las concentraciones de AFP. Esta prueba mide la alfa-fetoproteína (AFP) en sangre.
Esta proteína se produce siempre que tiene lugar una regeneración de células hepáticas. En enfermedades crónicas del hígado, como la hepatitis y la cirrosis, la AFP puede estar elevada de manera permanente. Por otra parte, es posible que ciertos tumores produzcan grandes cantidades de AFP. Esta característica convierte a la AFP en un buen marcador tumoral. En muchos casos de carcinoma hepatocelular y de hepatoblastoma (un tipo de cáncer de hígado en niños) se detectan concentraciones elevadas de AFP; también en personas con cáncer testicular o cáncer de ovario.
Existen distintas variantes de la AFP. La prueba estándar para la AFP es la que detecta AFP total, es decir, mide todas las posibles variantes de la AFP. Esta es la prueba más comúnmente empleada.
Una de las variantes de AFP se conoce como L3, debido a su capacidad para unirse (en el laboratorio) a una proteína específica, la aglutinina de Lens culinaris. La prueba AFP-L3% permite
comparar la cantidad de AFP-L3 en relación a la AFP total. Un aumento del porcentaje de L3 se asocia a aumento del riesgo de desarrollar carcinoma hepatocelular y se asocia a peor pronóstico; los tumores asociados a L3 suelen ser más agresivos.
La AFP-L3 suele ser superior en carcinoma hepatocelular que en enfermedades hepáticas benignas, y esto es especialmente cierto si los niveles de AFP total son bajos.
El médico puede solicitar la determinación de alfa-fetoproteína (AFP) en las siguientes situaciones:
Los valores normales en hombres o en las mujeres que no estén embarazadas generalmente son de menos de 40 mg/L.
Los rangos de los valores normales pueden variar ligeramente entre diferentes laboratorios
Concentraciones elevadas de alfa-fetoproteína (AFP) pueden significar presencia de cáncer, principalmente cáncer de hígado, cáncer de ovario y cáncer de células germinales del testículo. Sin embargo, no todos los tumores de hígado, de ovario o de testículos producen cantidades significativas de AFP.
También se observan concentraciones elevadas de AFP en otros cánceres (estómago, colon, pulmón, mama, linfoma), aunque raramente se solicita en estos casos. Otros trastornos como una cirrosis hepática o una hepatitis pueden ocasionar aumentos de los niveles de AFP.
Cuando la AFP se utiliza con finalidades de monitorización o seguimiento, la disminución de sus niveles indica una respuesta al tratamiento. Si las concentraciones después del tratamiento del cáncer no disminuyen de manera significativa (normalmente hasta niveles normales o próximos a la normalidad), puede pensarse que no se ha conseguido eliminar todas las células cancerosas.
Si las concentraciones de AFP empiezan a aumentar, es probable que se esté ante una recurrencia del cáncer. No obstante, al interpretar los resultados del análisis, debe tenerse en cuenta que la AFP puede aumentar a consecuencia de hepatitis o de cirrosis. Si los niveles de AFP no estaban elevados antes del tratamiento del cáncer, la prueba generalmente no reviste interés alguno para monitorizar la eficacia del tratamiento o una recurrencia del cáncer.
En personas con enfermedad hepática crónica, el hecho de que las concentraciones de AFP vayan aumentando a lo largo del tiempo supone un mayor riesgo de desarrollar un cáncer de hígado. Si están aumentadas las concentraciones tanto de AFP total como de AFP-L3%, el riesgo de tener o de desarrollar al cabo de uno o dos años un carcinoma hepatocelular es elevado. Sin embargo también se han descrito fluctuaciones y elevaciones de los niveles de AFP total y de AFP-L3% en personas con hepatitis crónica o con cirrosis. En estos casos, un incremento marcado de la concentración de AFP reviste mayor relevancia que el valor numérico del resultado obtenido por sí solo.
No todas las personas con concentraciones elevadas de alfa-fetoproteína (AFP) y de AFP-L3% tienen cáncer o desarrollarán cáncer. No se trata de pruebas diagnósticas, sino que se trata de indicadores. Deben utilizarse junto con la historia clínica, una correcta exploración física, con pruebas de imagen y una evaluación histopatológica (biopsia).
¿Son necesarias otras pruebas cuando la alfa-fetoproteína (AFP) es normal?
Si se padece una infección hepática crónica o una lesión hepática crónica, una concentración elevada de AFP puede ser simplemente debida a la propia lesión. Si la AFP se eleva de forma súbita, o se encuentra muy elevada, el médico probablemente solicitará otras pruebas, como una ecografía, un TAC (tomografía axial computarizada), una RMN (resonancia magnética nuclear) o una biopsia. Estas pruebas generalmente permiten detectar el cáncer.
¿Cuáles son los factores de riesgo para el carcinoma hepatocelular?
Este cáncer suele afectar a personas con cirrosis hepática. La causa de la cirrosis suele ser una infección por uno o dos virus: virus de la hepatitis B y virus de la hepatitis C. El alcoholismo también aumenta el riesgo de desarrollar cirrosis. Algunas enfermedades hereditarias, especialmente una alteración conocida como hemocromatosis, también pueden causar cirrosis y con el tiempo, carcinoma hepatocelular. Sucede lo mismo en casos de esteatohepatitis no alcohólica (NASH, por sus siglas en inglés), que consiste en el depósito de grasa en el hígado, combinado con la existencia de inflamación y lesión hepática.
Para el cribado y el seguimiento de ciertos cánceres de hígado, testículos u ovarios.
Para detectar el cáncer de próstata en varones (aunque no existe consenso acerca de su utilidad en varones asintomáticos), como ayuda en la decisión de realizar o no una biopsia de próstata, para monitorizar la efectividad del tratamiento del cáncer de próstata y para la detección de recidiva del cáncer de próstata.
El PSA debe solicitarse cuando un hombre presenta síntomas que sugieran la presencia de cáncer de próstata, como dificultad o dolor al orina y/o necesidad de orinar frecuentemente. Podría también solicitarse a intervalos regulares, durante el tratamiento del cáncer de próstata y después del mismo. Existe un debate abierto entre los expertos en cuanto a qué edad y con qué frecuencia debe solicitarse el PSA en varones asintomáticos. La periodicidad de la determinación del PSA es una decisión personal. Pero se aconseja que por encima de los 45 se realice una prueba cada 3 años.
El PSA es una proteína sintetizada principalmente por las células de la próstata, una glándula que rodea la uretra masculina y elabora un fluido que forma parte del semen. La mayor parte del PSA sintetizado por la glándula es liberado con este fluido, pero una pequeña parte llega a la circulación sanguínea. En la sangre, el PSA se encuentra en dos formas distintas: libre (no unido a proteína) y unido (formando un complejo proteína-PSA). La prueba más habitual es la detección del PSA total, que mide la suma de PSA libre y de PSA unido a otras proteínas. Cuando el médico solicita la prueba del PSA se refiere al PSA total.
El PSA se utiliza como un marcador tumoral para detectar y monitorizar el cáncer de próstata. Es una buena herramienta pero no perfecta, y actualmente todavía no se ha llegado a un consenso acerca de su utilidad en el cribado del cáncer de próstata en varones asintomáticos. Concentraciones elevadas de PSA se asocian a cáncer de próstata, pero también se observan en casos de prostatitis (inflamación de la próstata) y en la hiperplasia benigna de próstata (HBP). Se pueden observar concentraciones moderadamente elevadas en individuos de origen afro-americano; además, las concentraciones tienden a aumentar con la edad.
El PSA no es una prueba diagnóstica del cáncer de próstata. La prueba de elección para el diagnóstico del cáncer de próstata es la biopsia de próstata, que se efectúa recogiendo pequeñas muestras de tejido prostático e identificando las células anormales por microscopía. El PSA total y el tacto rectal se utilizan en combinación para decidir la necesidad o no de practicar una biopsia. El objetivo del cribado es reducir al máximo el número de biopsias innecesarias y detectar el cáncer clínicamente significativo cuando todavía esta confinado al interior de la glándula prostática. El término clínicamente significativo es muy importante porque a pesar de que el cáncer de próstata es relativamente habitual en hombres de edad avanzada, muchos de los casos son de crecimiento muy lento de manera que la muerte puede acontecer por otras causas. Por ello, los médicos intentan por todos los medios detectar tanto la presencia de cáncer de próstata como diferenciar los de lento crecimiento de los de crecimiento más agresivo y de elevada capacidad metastásica (capacidad de invadir y extenderse a otros órganos). El sobrediagnóstico y el exceso de tratamiento son temas con los que los médicos actualmente lidian. En algunos casos el tratamiento puede ser peor que la enfermedad en sí, pudiendo causar efectos colaterales, como disfunción eréctil e incontinencia urinaria. La prueba del PSA y el tacto rectal pueden detectar la mayoría de cánceres de próstata, pero generalmente no pueden predecir el curso de la enfermedad en un individuo determinado.
No existe consenso actualmente sobre la edad de screening del antígeno protático, pero el inicio la edad más temprana según organismos son los 45 años de edad. Por supuesto si existe algún antecedente familiar se recomienda a partir de los 40 años.
La determinación de PSA y la realización del tacto rectal deberían solicitarse cuando el paciente presente síntomas que podrían deberse a un cáncer de próstata, como dificultad o dolor al orinar, y/o aumento de la frecuencia urinaria, dolor de espalda y/o pélvico. Como esta sintomatología puede presentarse en distintas situaciones, como la infección urinaria o la prostatitis, habitualmente el médico solicita otras pruebas, como el cultivo de orina. Algunas de las situaciones descritas pueden causar también aumentos transitorios del PSA. Si el PSA total se encontrara elevado, el médico solicitaría la repetición de la prueba unas semanas después para verificar si su valor ha vuelto o no a la normalidad.
El PSA libre se suele solicitar cuando el PSA total se encuentra moderadamente elevado. Este resultado proporciona información adicional al médico sobre si el paciente presenta o no un riesgo elevado de padecer un cáncer de próstata y le ayuda en la decisión de realizar o no una biopsia de próstata.
El PSA total puede solicitarse en pacientes diagnosticados de cáncer de próstata para verificar la eficacia del tratamiento, y a intervalos regulares después del tratamiento para la detección precoz de recidivas. También se solicita a intervalos regulares cuando el médico decide no tratar a un paciente con cáncer de próstata y se mantiene a la expectativa de ver como va evolucionando para iniciar el tratamiento.
El valor normal de PSA total ha sido fijado en 4.0 ng/mL (nanogramos por mililitro de sangre.) Ciertos profesionales creen que este valor debería fijarse en 2.5 ng/mL para así detectar más casos de cáncer de próstata, mientras que otros argumentan que esto provocaría un exceso en el diagnóstico y por tanto un tratamiento de cánceres sin significación clínica. Los valores de decisión pueden variar entre distintos laboratorios.
Existe el acuerdo de que los varones con un PSA total por encima de 10.0 ng/mL presentan un riesgo mayor de padecer cáncer de próstata . Las concentraciones entre 4.0 ng/mL y 10.0 ng/mL pueden indicar la existencia de cáncer de próstata (con una probabilidad cercana al 25% según la ACS), hiperplasia benigna de próstata (HBP) o prostatitis. Estos trastornos son más comunes en personas de edad más avanzada, así como lo son también aumentos de las concentraciones de PSA. Las concentraciones de PSA comprendidas entre 4.0 ng/mL y 10.0 ng/mL se conocen comúnmente como la “zona gris”. Es en este rango de valores en el que el PSA libre es más útil. En varones con resultados de PSA total en la zona gris y con concentraciones bajas de PSA libre, el riesgo de padecer cáncer de próstata es mayor; si los valores de PSA libre son elevados, el riesgo es menor. El cociente entre PSA libre y PSA total ayuda al médico en la decisión de realizar o no la biopsia de próstata.
La concentración de PSA tendría que disminuir durante el tratamiento del cáncer de próstata. Al final del tratamiento debería de haberse reducido a concentraciones indetectables o muy bajas. Si la concentración no disminuye, se debe a que el tratamiento no ha sido del todo efectivo. Después del tratamiento, la concentración de PSA se sigue evaluando a intervalos regulares para detectar la posible aparición de recidivas. Cualquier cambio de concentración, por pequeño que sea, puede resultar muy significativo y por ello lo más adecuado es medir siempre el PSA en el mismo laboratorio para así reducir la variabilidad al máximo.
Actualmente se sugiere que una nueva prueba conocida como PSA ultrasensible (USPSA) podría ser mucho más útil que el PSA para la monitorización de la persistencia o de la recurrencia del cáncer de próstata. Esta prueba permite detectar PSA a niveles muy inferiores a la prueba tradicional del PSA, de tal modo que pequeños aumentos de USPSA permitirían detectar más precozmente persistencia o recurrencia del cáncer. No obstante, estos resultados deben interpretarse con cautela ya que la elevada sensibilidad de la prueba se asocia a mayor casos de resultados falsamente positivos (aumento de PSA entre dos determinaciones cuando en realidad no existe cáncer).
¿Cuáles son mis opciones si tengo un cáncer de próstata?
Los tratamientos más habituales incluyen radioterapia, hormonoterapia y cirugía.
¿Detecta el PSA todos los cánceres de próstata?
No. Algunas células cancerosas prostáticas no sintetizan mucho PSA, y la prueba será negativa a pesar de que exista cáncer.
¿Debería solicitarse la prueba del PSA a todos los varones?
Si existen síntomas que parezcan indicar la presencia de un problema prostático, el médico solicitará con toda seguridad el PSA. En caso de no existir sintomatología, la decisión de realizar la prueba la pueden tomar conjuntamente médico y paciente.
Para detectar el cáncer de próstata en varones (aunque no existe consenso acerca de su utilidad en varones asintomáticos), como ayuda en la decisión de realizar o no una biopsia de próstata, para monitorizar la efectividad del tratamiento del cáncer de próstata y para la detección de recidiva del cáncer de próstata.
Para diferenciar entre cáncer de páncreas, hígado o gástrico y otras enfermedades; para monitorizar la respuesta al tratamiento y para el diagnóstico precoz de recidivas.
Cuando se sospecha que puede existir un cáncer de páncreas, hígado o gástrico o durante su tratamiento.
El CA 19-9 es una proteína que se encuentra en la superficie de ciertas células cancerosas. El CA 19-9 no provoca cáncer aunque al ser liberado por las células tumorales, es de utilidad como marcador tumoral y, por tanto, permite seguir la evolución del cáncer.
El CA 19-9 se encuentra elevado en aproximadamente un 70-95 % de personas con cáncer de páncreas avanzado, pero puede elevarse en otros cánceres como el de colon, de pulmón o de la vesícula biliar. Además el CA 19-9 también puede aumentar en otros trastornos y enfermedades, entre las que cabe destacar las obstrucciones de la vía biliar (por ejemplo por cálculos o piedras biliares), la pancreatitis, la fibrosis quística y la enfermedad hepática. Pequeñas cantidades de CA 19-9 también pueden detectarse en personas sanas.
El CA 19-9 puede utilizarse junto con otras pruebas, como el antígeno carcinoembrionario (CEA), la bilirrubina, y/o el perfil hepático cuando el individuo presente síntomas sugestivos de cáncer de páncreas. Estos síntomas incluyen dolor abdominal, náuseas, pérdida de peso e ictericia.
Si el CA 19.9 se encuentra elevado ya inicialmente en el cáncer de páncreas, podrá utilizarse posteriormente para monitorizar la respuesta y también solicitarse de forma regular para la detección de recidivas.
A veces el médico solicita el CA 19-9 cuando sospecha que pueda existir un cáncer hepatobiliar y/o una obstrucción de la vía biliar. Existen causas no cancerosas de obstrucción de la vía biliar que pueden hacer aumentar mucho los niveles de CA 19-9. Cuando se soluciona la obstrucción, los niveles disminuyen; en estos casos, se recomienda esperar unas dos semanas después de haber solucionado la obstrucción para volver a solicitar una determinación de CA 19-9.
El CA 19-9 puede detectarse a bajas concentraciones en individuos sanos y algunas circunstancias que afecten al hígado o al páncreas pueden causar elevaciones transitorias.
En personas con cáncer (pancreático y otros) pueden detectarse concentraciones de CA 19-9 entre moderadas y altas, aunque también se eleva en otros trastornos. Los valores más elevados de CA 19-9 se encuentran en el cáncer pancreático exocrino, que es el que se localiza en el tejido donde se producen y secretan las enzimas digestivas y en los conductos que las conducen hacia el intestino delgado. Aproximadamente un 95% de los cánceres pancreáticos es de este tipo.
Las determinaciones seriadas de CA 19-9 en el cáncer pueden ser de utilidad durante el tratamiento y al finalizarlo. Los incrementos o descensos pueden representar para el médico una importante información de cómo actúa el tratamiento, de si el tratamiento quirúrgico ha sido eficaz y de la aparición de recidivas.
¿Cuáles son los principales factores de riesgo del cáncer de páncreas, hepático o gástrico?
En la actualidad los médicos todavía no conocen cuales son las principales causas del cáncer de páncreas. Los factores de riesgo conocidos son el tabaco, la edad (la mayoría por encima de los 50 años), el sexo (más frecuente en hombres que en mujeres), la historia familiar, la diabetes, la pancreatitis crónica, y la exposición ocupacional a dosis elevadas de determinados tintes y productos químicos.
Para diferenciar entre cáncer de páncreas, hígado o gástrico y otras enfermedades; para monitorizar la respuesta al tratamiento y para el diagnóstico precoz de recidivas.
Para establecer el diagnóstico y monitorizar tumores de células germinales, o una enfermedad trofoblástica durante el embarazo.
Cuando los signos y síntomas sugieren enfermedad trofoblástica o tumores de células germinales; para evaluar la efectividad del tratamiento de estos trastornos y monitorizar su recurrencia.
La hCG o coriogonadotropina humana es una hormona producida por la placenta de mujeres embarazadas. Algunos tejidos anómalos, tumores y cánceres pueden sin embargo producir también hCG, y es en estas ocasiones cuando la hCG presenta relevancia como marcador tumoral. Esta prueba mide la cantidad de hCG en sangre.
En la enfermedad trofoblástica del embarazo existe un aumento de la concentración de hCG, así como en determinados tumores de células germinales (benignos y cancerosos). En estas ocasiones, cuando existe un aumento de hCG, la hormona se emplea con finalidades diagnósticas y de monitorización.
La enfermedad trofoblástica del embarazo se define por la presencia de tumores que se desarrollan en el útero de la embarazada, concretamente a partir de la capa de células que envuelve al embrión, que constituye la placenta (trofoblasto) y produce hCG. La enfermedad trofoblástica del embarazo ocurre al principio del embarazo, una vez se ha producido la fertilización del óvulo; sin embargo, en lugar de favorecer el desarrollo de un feto, las células forman masas tisulares anómalas. La mayor parte de las veces los tumores son benignos, y en un porcentaje pequeño, malignos o cancerosos. Según la American Cancer Society (ACS), la enfermedad trofoblástica del embarazo aparece en 1 de cada 1000 embarazos. Ocasionalmente puede acontecer después de un embarazo normal o después de un aborto. Las principales formas de enfermedad trofoblástica del embarazo son:
Mola hidatiforme - también conocido como embarazo molar; puede ser completa (sólo tejido tumoral) o parcial (mezcla de tejido tumoral y de tejido fetal); suele ser benigna pero debe extirparse quirúrgicamente
Mola invasiva - mola hidatiforme que crece hacia el interior de la pared uterina; debe extirparse quirúrgicamente; la enfermedad trofoblástica puede reproducirse en caso de que no se haya extirpado la mola en su totalidad
Coriocarcinoma - tipo raro de cáncer que se desarrolla a partir del tejido de la enfermedad trofoblástica; entre 2 y 7 casos de cada 100.000 embarazos; estos cánceres pueden desarrollarse muy rápidamente y diseminarse hacia otras partes del organismo
Con un tratamiento adecuado, la tasa de curación de la enfermedad trofoblástica es muy elevada.
Los tumores de células germinales consisten en cánceres que se desarrollan principalmente en ovarios y testículos, aunque en raras ocasiones pueden desarrollarse en otras zonas como el tórax.
En los ovarios, pueden producirse en las células productoras de óvulos y suelen ser más frecuentes en mujeres jóvenes (si desea más información refiérase a Cáncer de ovario)
En los testículos pueden afectar a las células productoras del esperma y representan más del 90% de los cánceres testiculares (si desea más información refiérase a Cáncer testicular)
La concentración de hCG también puede aumentar en otras situaciones como en cáncer de hígado, cáncer de mama, cáncer de pulmón, cáncer de piel y cáncer de estómago. Enfermedades benignas en las que los niveles de hCG pueden estar elevados son: cirrosis, úlcera duodenal y enfermedad inflamatoria intestinal. El consumo de marihuana también se asocia a aumentos de hCG.
La determinación cuantitativa de la coriogonadotropina humana (hCG) se solicita cuando los signos y síntomas que presenta una persona hacen sospechar una enfermedad trofoblástica del embarazo o un tumor de células germinales.
Los signos y síntomas de una enfermedad trofoblástica del embarazo incluyen:
Los signos y síntomas de los tumores de células germinales en mujeres y hombres son similares a los del cáncer de ovario y a los del cáncer testicular, respectivamente.
Cuando se ha establecido alguno de estos diagnósticos y la concentración de hCG ya está aumentada desde el principio, la prueba se solicita regularmente para monitorizar la efectividad del tratamiento y para detectar recidivas del tumor.
Normalmente, tanto si no existe embarazo como en varones, los niveles de hCG son indetectables.
Cuando la prueba de la hCG se emplea como marcador tumoral, un aumento de la concentración de hCG puede indicar que existe un tumor de células germinales.
En la enfermedad trofoblástica del embarazo pueden detectarse niveles muy elevados de hCG, y estos además pueden seguir aumentando después del primer trimestre.
Durante el tratamiento de la enfermedad trofoblástica y de los tumores de células germinales, una disminución de la concentración de hCG suele indicar buena respuesta al tratamiento; niveles que se mantienen o aumentan indican falta de respuesta al tratamiento. Un aumento de los niveles de hCG después del tratamiento puede estar indicando una recurrencia de la enfermedad.
¿Se puede prevenir la enfermedad trofoblástica?
No, a menos que se evite el embarazo. La mayor parte de las veces, la enfermedad trofoblástica se puede detectar ya desde el inicio del embarazo, facilitando así su tratamiento. Se trata de una enfermedad rara.
¿Pueden tenerse embarazos normales si se ha tenido previamente una enfermedad trofoblástica?
Sí, a pesar de que una vez se ha tenido una enfermedad trofoblástica el riesgo de desarrollarla nuevamente es mayor. Después del tratamiento es importante esperar un tiempo antes de quedarse embarazada otra vez.
Para establecer el diagnóstico y monitorizar tumores de células germinales, o una enfermedad trofoblástica durante el embarazo.
Con este Panel obtenemos información acerca del nivel de marcadores tumorales de diferentes órganos o sistemas. No es un diagnóstico definitivo, pero nos ofrece una posible alerta de una manera cómoda y sencilla. Debemos remitirnos a pruebas genéticas y de imagen para confirmar un posible cáncer. Consulte con su médico.
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