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La anemia es una afección común que se caracteriza porque el cuerpo no tiene suficientes glóbulos rojos sanos, que son los encargados de suministrar oxígeno a los tejidos corporales.
Esto puede suceder por varios motivos:
Existen muchos tipos de anemia, siendo la más común por deficiencia de hierro (anemia ferropénica), sin embargo puede deberse también a una deficiencia en vitamina B12 o ácido fólico entre otros.
El hierro se absorbe a nivel intestinal a través de nuestra dieta, y es fundamental para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Un déficit de este puede conllevar un cansancio muy severo, y puede ser indicativo de un estado nutricional deficiente o una mala absorción intestinal. Además, un porcentaje muy elevado de anemias se relaciona con un déficit de hierro (anemia ferropénica). Es por ello que es fundamental revisar los niveles de hierro en sangre para poder controlar el estado de salud del individuo.
Se recomienda realizar esta prueba todas aquellas personas que sospechen de anemia o deseen realizar un control de los niveles de hemoglobina y/o hierro. Cuando tengamos algún síntoma de anemia como:
Con este análisis podrás saber si padeces una anemia, es decir una disminución del número de glóbulos rojos (heamtíes) en la sangre o en los niveles de hemoglobina, y además el tipo de anemia. Esto puede ocasionar cansacio, insomnio, taquicardias, fatiga mucular y palidez.
Con una simple extracción de sangre podemos analizar los valores de hemoglobina o glóbulos rojos. Una vez diagnosticada una anemia es neceario consultar con su médico para dar con el origen de la misma y con el tratamiento adecuado.
El hemograma se emplea como prueba de cribado muy general para determinar el estado de salud de las personas. Algunos de sus usos se describen a continuación:
En un hemograma se evalúan los tres grandes tipos de células que circulan por la sangre:
Para determinar el estado general de salud; para detectar, diagnosticar o monitorizar una gran variedad de enfermedades que pueden afectar a las células de la sangre, como la anemia, infecciones, inflamaciones, trastornos hemorrágicos o cáncer.
El hemograma es una prueba en la que se evalúa el estado de las células de la sangre; estas se dividen en tres grandes tipos que circulan suspendidos en un fluido conocido como plasma. Los tipos celulares son: hematíes (o eritrocitos o glóbulos rojos), leucocitos (o glóbulos blancos) y plaquetas. Todas estas células se producen y maduran principalmente en la médula ósea, y normalmente, se liberan hacia la sangre a medida que se van necesitando.
El hemograma se realiza con un instrumento que proporciona un recuento automatizado de las células de la sangre y suministra otros varios parámetros que indican las características de las células. Un hemograma estándar incluye:
Anormalidades importantes en alguno o varios de los tipos celulares son indicativas de una variedad de trastornos y se deberá solicitar oras pruebas adicionales para conocer su causa. A menudo es necesaria una observación de una extensión de sangre al microscopio. El especialista de laboratorio mira la extensión teñida al microscopio y puede valorar las características de las células, como tamaño, forma y color. Cualquier información adicional se añade a la proporcionada por el analizador automático, y los hallazgos se informan al médico solicitante.
Los tres tipos de células de la sangre evaluadas incluyen:
Leucocitos
Existen cinco tipos diferentes de leucocitos necesarios para mantener una buena salud y necesarios para combatir infecciones y otras enfermedades. Son los neutrófilos, linfocitos, basófilos, eosinófilos y monocitos, y están presentes en la sangre en porcentajes relativamente estables. Las proporciones pueden aumentar o disminuir dependiendo de lo que esté ocurriendo en nuestro organismo en un momento dado. Por ejemplo, una infección puede hacer aumentar el número de neutrófilos para combatir y erradicar infecciones bacterianas. En las alergias puede haber un incremento en el número de eosinófilos. En infecciones víricas puede aumentar el número de linfocitos. Y en ciertas enfermedades, como en las leucemias, algunas células de la serie blanca o leucocitarias (inmaduras y anómalas) se multiplican rápidamente, haciendo aumentar el número de leucocitos.
Hematíes
Los hematíes (o eritrocitos) se producen en la médula ósea y se liberan hacia la sangre a medida que van madurando. Contienen hemoglobina, que es una proteína que transporta el oxígeno por todo el organismo. Los hematíes tienen una vida de 120 días; la médula ósea está contínuamente produciendo hematíes para ir reemplazando los que van muriendo o los que se pierden por sangrados. Además de los sangrados, son varios los trastornos que pueden repercutir sobre la producción de nuevos hematíes o sobre su tiempo de vida.
En el hemograma se evalúa el número de hematíes, la cantidad de hemoglobina, la proporción de la sangre representada por los hematíes (hematocrito) y si el conjunto de hematíes parece normal. Todos los eritrocitos tienen habitualmente una forma y tamaño muy similares. Sin embargo pueden observarse variaciones en las deficiencias de vitamina B12 y folato (ácido fólico), en la deficiencia de hierro y en una gran variedad de trastornos. Si no hay suficientes eritrocitos normales o si la cantidad de hemoglobina es inferior a un valor determinado, se dice que existe anemia y el individuo puede tener síntomas como fatiga y debilidad. Con menor frecuencia, puede observarse un exceso de hematíes o eritrocitos en la sangre (eritrocitosis o policitemia), que en casos extremos, puede interferir en el flujo de la sangre en venas y arterias de pequeño calibre.
Plaquetas
Las plaquetas o trombocitos son unos fragmentos celulares particulares que juegan un papel muy importante en la coagulación sanguínea. Si una persona no tiene suficientes plaquetas corre un mayor riesgo de sufrir hematomas y sangrar en exceso. Un exceso de plaquetas puede favorecer la formación de coágulos de manera inapropiada. Si las plaquetas no funcionan adecuadamente se pueden producir sangrados. En el hemograma se mide el número y el tamaño de las plaquetas presentes en la muestra de sangre.
El hemograma es una prueba muy común. Se solicita habitualmente para conocer el estado de salud de un individuo. Si se está sano y se tiene las diferentes poblaciones celulares dentro de los valores de referencia, no se requerirá otro hemograma hasta que se produzca un cambio en el estado de salud o hasta que el médico lo crea conveniente.
El hemograma se solicita cuando un individuo tiene signos o síntomas sugestivos de afectación de las células de la sangre. Si existe fatiga, debilidad, infección, inflamación, presencia de hematomas o sangrado, el médico puede solicitar un hemograma para intentar hallar la causa de la afectación y determinar su severidad.
El médico puede solicitar periódicamente un hemograma para el seguimiento de diversas condiciones y tratamientos.
Algunos tratamientos, como la quimioterapia, pueden afectar a la producción de células en la médula ósea. Algunos medicamentos pueden hacer disminuir el recuento de leucocitos.
El hemograma incluye:
Son muchas las situaciones y enfermedades que pueden hacer aumentar o disminuir los parámetros del hemograma; algunas de ellas pueden requerir tratamiento mientras que otras se resuelven espontáneamente.
Los resultados del hemograma se ven afectados por trasfusiones de sangre, si se han realizado poco tiempo antes del análisis.
Los valores de referencia del hemograma son distintos en bebés y en niños, respecto a los del adulto. El médico interpretará los resultados teniendo en cuenta los valores de referencia que proporcionan los laboratorios en función de cada grupo de edad.
¿Qué otras pruebas se solicitan cuando el hemograma está alterado?
Depende de los resultados, de la sospecha clínica, los antecedentes médicos y los hallazgos de la exploración física. Es posible que se tenga que realizar una extensión de sangre, y solicitar varias pruebas para evaluar la función de órganos (electrolitos, glucosa, urea, creatinina, perfil hepático, etc.). Pueden además añadirse algunas otras pruebas:
Si la alteración afecta a leucocitos puede realizarse un cultivo (hemocultivo, urinocultivo, cultivo de esputo), un frotis faringoamigdalar (faringoamigdalitis) o pruebas específicas para virus como mononucleosis o virus de Epstein-Barr. La proteína C reactiva y la velocidad de sedimentación globular pueden ser útiles para detectar inflamación.
Si están alterados los resultados de los hematíes, se solicita un recuento de reticulocitos, hierro sérico y estudios relacionados con el metabolismo del hierro, vitamina B12 y folato, G6PDH, o evaluación de hemoglobinopatías.
Si el recuento de plaquetas está alterado se solicitan pruebas de función plaquetaria u otras pruebas para descartar trastornos hemorrágicos o estados de hipercoagulabilidad sanguínea como tiempo de protrombina (TP), tiempo de tromboplastina parcial (TTP), factores de la coagulación o factor von Willebrand.
En caso de sospecha de enfermedades graves como leucemia, trastornos mieloproliferativos o algún otro trastorno de la médula ósea, se realiza una biopsia de médula ósea. También pueden ser necesarias otras muchas pruebas; el médico sabrá las que están más indicadas en cada caso.
El hemograma se emplea como prueba de cribado muy general para determinar el estado de salud de las personas. Algunos de sus usos se describen a continuación:
En un hemograma se evalúan los tres grandes tipos de células que circulan por la sangre:
Para conocer si la concentración de hierro en el organismo es la adecuada.
Cuando exista o pueda existir déficit o un exceso de hierro.
El hierro es un elemento esencial para el organismo. Esta prueba determina la cantidad de hierro en la parte líquida de la sangre.
El hierro es un elemento indispensable, proporcionado por la dieta y absorbido y transportado hacia todo el organismo por la transferrina, una proteína producida en el hígado. El hierro es necesario para la síntesis de las células de la serie roja (glóbulos rojos, hematíes o eritrocitos). Constituye un elemento esencial de la hemoglobina, que es la proteína de los hematíes que permite transportar el oxígeno por todo el organismo. Además, el hierro participa en la composición de ciertas proteínas, entre las que se incluyen la mioglobina y ciertos enzimas.
Normalmente, cerca del 70% del hierro absorbido se incorpora a la hemoglobina de los hematíes. La mayor parte del hierro restante se almacena en los tejidos en forma de ferritina o de hemosiderina. Si el aporte de hierro de la dieta es insuficiente, los niveles en sangre pueden disminuir, y en consecuencia también pueden ir disminuyendo las reservas del organismo. Si esta situación se mantiene, es posible que se desarrolle una anemia ferropénica (por déficit de hierro). Por otra parte, una absorción excesiva de hierro puede hacer que éste se acumule progresivamente, llegando a producir lesión tisular en órganos como hígado, corazón y páncreas.
La prueba del hierro sérico mide la cantidad de hierro que circula por el organismo y representa el hierro unido a transferrina. La cantidad de hierro en la sangre varía a lo largo del día y también de un día a otro. Por este motivo suele medirse el hierro sérico junto con otras pruebas del metabolismo férrico, como la capacidad total de fijación del hierro y transferrina (TIBC), a partir de la cual se calcula la saturación de transferrina. La saturación de transferrina refleja la cantidad de hierro transportado en la sangre y la capacidad de la transferrina para transportar más hierro. La combinación de distintas pruebas del metabolismo férrico proporciona una medida más fiable que el hierro sérico de un déficit de hierro o de un exceso del mismo.
Generalmente las pruebas que evalúan el hierro no se solicitan de forma rutinaria. Sí se solicitan si el hemograma, la hemoglobina o el hematocrito aparecen alterados. También pueden solicitarse si se sospecha la existencia de un déficit o un exceso de hierro.
Al principio y en sus etapas más iniciales, un déficit de hierro no produce ninguna sintomatología ni representa ningún riesgo. Si la persona está sana, es raro que aparezcan síntomas antes de que los niveles de hemoglobina disminuyan por debajo de un cierto valor (cercano a 100 g/L). Si las reservas de hierro continúan disminuyendo y se empieza a desarrollar una anemia, pueden aparecer signos y síntomas como:
Si la anemia por falta de hierro es severa, también puede existir dificultad para respirar, dolor torácico y dolores en las piernas. En niños pueden existir dificultades para el aprendizaje. Además de los síntomas propios de la anemia, existen otros signos y síntomas característicos de un déficit de hierro, entre los que se incluyen: pica (apetencia por sustancias como el regaliz, la tiza, tierra o barro), sensación de quemazón en la lengua, pérdida del relieve normal de la lengua, llagas en las comisuras bucales y uñas en forma de cuchara (manos y pies).
El estudio del hierro sérico y de otras pruebas relacionadas con el metabolismo férrico pueden solicitarse cuando se sospecha una sobrecarga de este elemento (hemocromatosis). Los síntomas de un exceso de hierro varían en función de la persona y tienden a empeorar con el paso del tiempo. Son debidos a la acumulación de hierro y pueden ser similares a los observados en otros trastornos. Entre ellos se incluyen:
Si se piensa que un niño ha ingerido comprimidos de hierro, se solicita el hierro sérico para detectar si realmente ha sido así y establecer la gravedad de la intoxicación. También puede solicitarse el hierro sérico periódicamente durante el tratamiento de los déficits o de las sobrecargas de hierro, para evaluar la eficacia del tratamiento.
Normalmente, los niveles de hierro sérico se interpretan junto con otras pruebas relacionadas con el metabolismo férrico. En la tabla siguiente se resumen algunas de las pruebas relacionadas con el metabolismo férrico y cómo se afectan por distintos trastornos.
Una concentración de hierro baja generalmente es debida a un déficit de hierro, en especial si la transferrina o la TIBC están elevadas. En las enfermedades crónicas, el déficit de hierro se asocia a valores bajos de transferrina y TIBC. El déficit de hierro suele deberse a sangrados importantes o a pérdidas pequeñas aunque mantenidas en el tiempo. No obstante, también puede deberse a un aumento de las necesidades (embarazo), necesidades propias de ciertas etapas del desarrollo (niños), aporte insuficiente y problemas en su absorción (enfermedad intestinal o que afecte al estómago).
Pueden observarse concentraciones elevadas de hierro en personas que hayan recibido múltiples transfusiones de sangre, en administraciones de hierro por vía intramuscular, en la intoxicación por plomo, enfermedades hepáticas, o enfermedades renales; también pueden ser de causa genética (hemocromatosis).
¿Son lo mismo el déficit de hierro y la anemia?
Un déficit de hierro significa que existe una disminución de las reservas de hierro del organismo, mientras que la anemia por déficit de hierro ya indica que el número de eritrocitos y/o la cantidad de hemoglobina ya han disminuido. Normalmente son necesarias varias semanas para que la concentración de hemoglobina y la producción de hematíes disminuyan a consecuencia de la disminución de las reservas de hierro. Al principio, en un déficit de hierro existen muy pocos síntomas, pero si la situación empeora, la hemoglobina y el recuento de hematíes disminuirán, apareciendo también debilidad, palidez y fatiga.
¿Qué alimentos se pueden tomar para aumentar el aporte de hierro de la dieta?
La forma de hierro más fácilmente asimilable por el organismo es la que está contenida en carnes y huevos. Otros alimentos ricos en hierro son: vegetales de hoja verde (espinacas, berza y col rizada), germen de trigo, cereales integrales y sus derivados, pasas y melaza.
¿Quién puede necesitar suplementos de hierro?
Típicamente, las embarazadas y las personas con déficits de hierro documentados. No es aconsejable tomar suplementos de hierro si no lo indica el médico, ya que un exceso puede ser perjudicial al acumularse. Una sobredosis de comprimidos de hierro puede ser tóxica, especialmente en niños.
¿La anemia por déficit de hierro es un proceso que aparece de forma rápida o de forma más bien lenta?
La anemia por falta de hierro se va estableciendo de forma gradual. Cuando el hierro que se pierde supera al hierro aportado por la dieta, lo primero que ocurre es que el organismo empieza a utilizar las reservas de hierro. En esta etapa la ferritina empieza a descender, pero el hierro sérico y la TIBC generalmente permanecen inalterados no estableciéndose todavía la anemia. En el momento en que el déficit de hierro empeora, el hierro sérico disminuye mientras que la transferrina y la TIBC aumentan, empezando a desarrollarse la anemia. Si el déficit es muy acusado, los hematíes se vuelven pequeños y pálidos, por la disminución de producción de hemoglobina; la producción de reticulocitos disminuye a menos que se empiece el tratamiento adecuado con hierro.
¿La donación de sangre puede repercutir sobre los niveles de hierro?
Sí. Cada vez que se dona 400 mL de sangre, el organismo pierde unos 250 mg de hierro. El nivel de ferritina (indicador de las reservas del organismo) disminuye en cada donación aunque al cabo de un tiempo se normaliza. Otras pruebas como la capacidad total de fijación del hierro y transferrina (TIBC) no se afectan tanto por una donación.
¿Por qué el médico solicita la determinación de hierro sérico al poco tiempo de tomar suplementos de este mineral?
Es posible que el médico sospeche que no se esté absorbiendo adecuadamente el hierro y por ello puede indicar la toma de suplementos de hierro, controlando al poco tiempo los niveles de hierro sérico para verificar que el tratamiento es eficaz. Si el resultado sigue siendo bajo, es posible que exista una causa subyacente que lo justifique y que debería de tratarse.
Para conocer si la concentración de hierro en el organismo es la adecuada.
Para conocer la capacidad del organismo de transportar el hierro.
Cuando el médico sospeche que puede tenerse una cantidad excesiva o insuficiente de hierro en el organismo, debido a un gran número de causas; también como ayuda para monitorizar la funcionalidad del hígado y el estado de nutrición.
La transferrina es la principal proteína de la sangre con capacidad de unión al hierro, transportándolo hacia todo el orgnismo. La cantidad de transferrina disponible para fijar y transportar hierro queda reflejada en la medida de la capacidad total de transporte de hierro (TIBC), en la capacidad libre de transporte de hierro (UIBC) o en la saturación de transferrina.
Normalmente el hierro se absorbe a partir de la dieta y la transferrina es la encargada de transportarlo por el organismo. La transferrina se sintetiza principalmente en el hígado. Cerca de un 70% del hierro se transporta hacia la médula ósea y se incorpora a la molécula de hemoglobina de los hematíes o eritrocitos. El hierro restante se almacena en tejidos en forma de ferritina o hemosiderina. La cantidad de transferrina en sangre depende de la función hepática del individuo así como de su estado nutricional. En condiciones normales, las zonas de unión al hierro de la transferrina están saturadas en un 30%. Esto significa que dos tercios de la capacidad se mantiene en reserva (libre).
Las prueba de la transferrina, de la capacidad total de transporte de hierro y de la capacidad libre de transporte de hierro evalúan la capacidad del organismo para fijar y transportar hierro, y reflejan las reservas de hierro del organismo.
La capacidad total de transporte de hierro (TIBC) se solicita junto con el hierro sérico cuando un individuo parece tener un déficit de hierro o un exceso del mismo. Pueden solicitarse otras pruebas si existen signos o de anemia, especialmente si el resultado del hemograma muestra que los hematíes son microcíticos (pequeños) e hipocrómicos (pálidos), y la hemoglobina y el hematocrito están disminuidos.
Entre los síntomas y signos comunes de anemia se encuentran los siguientes:
Si el médico sospecha que el individuo puede estar acumulando hierro en su organismo o en casos de una historia familiar de hemocromatosis, la determinación de hierro sérico y de TIBC debe acompañarse de la solicitud de la ferritina. Las manifestaciones clínicas de una sobrecarga de hierro pueden variar de una persona a otra y suelen empeorar con el tiempo; son debidas a la acumulación de hierro en sangre y en tejidos, y entre los síntomas y signos se encuentran:
No obstante, muchas personas no presentan síntomas al inicio de la enfermedad.
También se solicitan la TIBC y el hierro sérico cuando se sospecha una intoxicación por hierro. Esto puede suceder en niños que accidentalmente han tomado sobredosis de vitaminas o de suplementos que contienen hierro.
El médico puede solicitar la transferrina junto con otras pruebas como la prealbúmina cuando desea evaluar o monitorizar el estado nutricional de una persona.
Los resultados de la transferrina, de la capacidad total de transporte de hierro (TIBC) o de la capacidad libre de transporte de hierro (UIBC) suelen interpretarse considerando también otras pruebas relacionadas con el metabolismo del hierro. En la siguiente tabla se resumen algunas de las alteraciones observadas en las pruebas relacionadas con el metabolismo del hierro en distintas enfermedades.
Normalmente, un aumento de TIBC, UIBC o de transferrina indica un déficit de hierro aunque también pueden elevarse durante el embarazo o con la toma de contraceptivos orales.
Puede observarse disminuciones de TIBC, UIBC o de transferrina en:
La saturación de transferrina disminuye en las deficiencias de hierro y aumenta cuando el hierro se acumula en exceso, como en estados de sobrecarga o en intoxicaciones.
¿Cómo se calcula la saturación de transferrina?
La fórmula de cálculo es la siguiente:
Saturación de transferrina (%) = (concentración de hierro sérico x 100%) / TIBC
¿Qué otros factores pueden repercutir sobre los niveles de transferrina?
Los niveles de transferrina pueden disminuir en el curso de procesos inflamatorios, refiriéndose a ella en estos casos como reactante de fase aguda negativo. Las inflamaciones crónicas, las infecciones y los cánceres pueden alterar los niveles de transferrina.
Para conocer la capacidad del organismo de transportar el hierro.
Para saber como se encuentran nuestros depósitos de hierro.
Cuando exista una situación de déficit o de exceso de hierro.
La ferritina es un proteína que contiene hierro y constituye la principal forma de almacenamiento de hierro en el interior de las células. La pequeña cantidad de ferritina que se libera en la sangre es un reflejo de la cantidad total de ferritina almacenada en el organismo. Esta prueba mide la cantidad de ferritina en sangre.
En individuos sanos, aproximadamente un 70% del hierro absorbido por el organismo se incorpora a la hemoglobina de los hematíes. La mayor parte del porcentaje restante se almacena como ferritina o como hemosiderina, complejo de hierro con proteínas y otros elementos. La ferritina y la hemosiderina se encuentran principalmente en el hígado y también en la médula ósea, bazo y músculos esqueléticos.
Cuando el hierro disponible es insuficiente para satisfacer las demandas del organismo, se consumen las reservas de hierro y los niveles de ferritina disminuyen. Esto puede suceder en casos de un aporte de hierro insuficiente, una absorción inadecuada o aumentos de las necesidades de hierro como sucede en el embarazo o por trastornos que comportan pérdidas crónicas de sangre. Las reservas de hierro pueden disminuir de manera significativa antes de que aparezcan signos o síntomas de un déficit de hierro.
Las resevas de hierro y los niveles de ferritina aumentan en caso de que el organismo absorba más hierro del necesario. Un aumento crónico de la absorción de hierro conducirá a la generación progresiva de compuestos derivados del hierro en tejidos y órganos, pudiendo incluso ocasionar insuficiencias o disfunciones orgánicas. Este es el caso de la hemocromatosis, un trastorno hereditario en el que el organismo absorbe demasiada cantidad de hierro, incluso siguiendo una dieta estrictamente normal.
La determinación de ferritina se solicita cuando en el hemograma se observa que la hemoglobina y el hematocrito están bajos, y los hematíes (células de la serie roja) son de pequeño volumen (microcitosis) y más pálidos de lo normal (hipocromía); todo ello es característico de una anemia por déficit de hierro, a pesar de que no se presente todavía sintomatología alguna.
Al principio, las deficiencias de hierro no suelen tener consecuencias físicas. Si la persona afectada está sana, los síntomas raramente aparecen antes de que la hemoglobina disminuya por debajo de un cierto nivel (100 g/L). Sin embargo, a medida que el estado deficitario progresa, los síntomas se van instaurando, por lo que el médico solicitará la medida de ferritina así como la de otras pruebas relacionadas con el metabolismo del hierro (estudio del hierro). Los signos y síntomas más frecuentes de una anemia por déficit de hierro incluyen:
Si las reservas de hierro siguen disminuyendo, puede aparecer dificultad al respirar, pitidos en los oídos (tinnitus), modorra e irritabilidad. En casos de anemia más severos puede aparecer dolor torácico, dolores de cabeza, dolores en las piernas, shock e incluso fallo cardíaco. En los niños puede ser que se observen dificultades relacionadas con el aprendizaje (cognitivas). Además de los síntomas generales de una anemia, existen algunos síntomas característicos de las anemias por déficit de hierro. Entre estos signos y síntomas se incluyen: pica (ansia de comer sustancias que no son alimentos, como por ejemplo tierra, cenizas, arcilla), sensación de quemazón en la lengua, llagas en las comisuras bucales y uñas en forma de cuchara.
También puede solicitarse la ferritina cuando se sospechan sobrecargas de hierro. En estos casos, los síntomas son más variables, empeoran con el tiempo y son debidos a la acumulación de hierro en sangre y tejidos del organismo; entre ellos se incluyen:
Para confirmar la presencia de una sobrecarga de hierro se solicitan otras pruebas relacionadas con el metabolismo del hierro así como una prueba genética específica de la hemocromatosis.
Se puede interpretar dependiendo de la cantidad de hierro y de la TIBC, incluyendo patologías desde un simple déficit de hierro hasta una hemocromatosis o una anemia hemolítica. De ahí la importancia de realizar pruebas complementarias que nos ayudan a llegar a un diagnóstico diferencial correcto.
Los niveles de ferritina están disminuidos en personas con déficit de hierro y elevados en personas con hemocromatosis o en personas que han recibido múltiples transfusiones de sangre.
La ferritina es un reactante de fase aguda y por este motivo puede estar elevada cuando existe inflamación, enfermedad hepática, infecciones crónicas, enfermedades autoinmunes y en algunos tipos de cáncer, aunque no se utiliza para monitorizar estas situaciones.
¿Cómo se explica que puedan existir niveles de hierro normales con niveles de ferritina disminuidos?
La anemia por déficit de hierro se instaura de manera gradual.Si el organismo no recibe el aporte de hierro necesario, se irán consumiendo las reservas de hierro de los tejidos (ferritina) y los niveles de ferritina en sangre empezarán a disminuir. Si no se corrige esta situación, las reservas se irán agotando ya que el hierro se seguirá utilizando para la producción de eritrocitos o hematíes. En las fases más iniciales de los estados deficitarios en hierro, las concentraciones de hierro pueden ser normales mientras que el hierro almacenado -y por lo tanto la ferritina- ya ha empezado a disminuir.
¿Si se toman alimentos con elevado contenido en hierro o suplementos férricos, aumentarán igualmente el hierro sérico y los niveles de ferritina?
Sí. El hierro en el organismo aumentará si se aumenta el aporte de hierro de la dieta. Si la cantidad de hierro de la que dispone el organismo es superior a la que se requiere, el organismo acumulará hierro en forma de ferritina.
¿Qué otras situaciones pueden repercutir sobre los niveles de ferritina?
Pueden observarse aumentos de los niveles de ferritina en hepatitis agudas, en infecciones y ante consumos abusivos de alcohol.
¿Cuándo está indicado tomar suplementos de hierro?
Característicamente, las personas que suelen necesitar suplementos de hierro son las mujeres embarazadas y las diagnosticadas de estados deficitarios en hierro. También puede ser necesario este suplemento en mujeres jóvenes con sangrados menstruales abundantes y en las que el aporte dietético de hierro es insuficiente. Por norma general, nadie debería de tomar suplementos de hierro sin consultarlo previamente con el médico ya que un aporte excesivo puede causar una sobrecarga crónica de hierro. Pueden darse intoxicaciones por sobredosis de comprimidos con hierro, especialmente en niños.
Para saber como se encuentran nuestros depósitos de hierro.
Para facilitar el diagnóstico de una anemia o de una neuropatía (lesión en un nervio); para evaluar el estado nutricional de una persona; para monitorizar la eficacia del tratamiento de los déficits de vitamina B12 o de folato.
Cuando en el hemograma los glóbulos rojos o hematíes están aumentados de tamaño (macrocitosis) o cuando existe una hipersegmentación de los neutrófilos; cuando existen signos y/o síntomas de anemia (debilidad, cansancio, palidez cutánea) y/o de neuropatía (sensación de quemazón o de hormigueo, espasmos oculares, pérdida de memoria, alteraciones del estado mental); cuando se está bajo tratamiento por un déficit de vitamina B12 o de folato.
La vitamina B12 y el folato forman parte del complejo de las vitaminas B. Estas pruebas miden la concentración de folato y vitamina B12 en suero o plasma (porción líquida de la sangre), esencialmente con la finalidad de detectar deficiencias de las mismas. También se puede determinar la cantidad de folato contenida dentro de los hematíes, donde suele ser más elevada que en el suero o plasma.
El folato se encuentra en las verduras de hojas verdes, en los cítricos, en las alubias, en los guisantes, en el hígado y en las levaduras. Normalmente se habla de ácido fólico cuando se está haciendo referencia a los suplementos añadidos a alimentos y bebidas. La vitamina B12 se encuentra en los productos de origen animal como la carne roja, el pescado, la carne de corral, los lácteos y los huevos; el organismo no es capaz de producirla. Últimamente, los cereales enriquecidos, el pan y otros derivados de cereales constituyen también fuentes importantes de vitamina B12 y folato (identificado como ácido fólico en la información nutricional del envase).
Tanto la vitamina B12 como el folato son imprescindibles para una formación normal de los hematíes, para una buena reparación celular y tisular y para la síntesis del ADN. La vitamina B12 también es esencial para la salud neuronal, y el folato es necesario para la división celular, como se ha observado en el feto durante el embarazo. Déficits de folato y de vitamina B12 pueden producir una anemia macrocítica, como la anemia megaloblástica que se caracteriza por una disminución de la producción de hematíes que por otra parte están aumentados de tamaño (conocidos como macrocitos). La anemia megaloblástica también puede acompañarse de alteraciones celulares en la médula ósea, disminución de leucocitos y de plaquetas.
Los déficits de vitamina B12 también pueden producir diferentes grados de neuropatías, lesiones en los nervios que pueden provocar hormigueo e insensibilidad en manos y pies. Los déficits de folato al principio del embarazo pueden hacer aumentar el riesgo de que el feto presente defectos del tubo neural, como espina bifida. Normalmente, las deficiencias de vitamina B12 y folato son de causa dietética, ya sea por un aporte insuficiente, por una absorción inadecauda o por un aumento de las necesidades como sucede durante el embarazo.
Actualmente muchos alimentos y bebidas están enriquecidos con estas vitaminas. El organismo es capaz de almacenar en el hígado cantidades de vitamina B12 suficientes para varios años; en el caso del folato las reservas son de aproximadamente 3 meses. Las carencias dietéticas de estas vitaminas no suelen causar síntomas hasta que se agotan las reservas. En personas vegetarianas estrictas y en sus hijos (si los amamantan) sí pueden ocasionalmente observarse déficits de vitamina B12.
La absorción de la vitamina B12 se subdivide en distintas etapas. La vitamina B12 se libera de los alimentos gracias al ácido del estómago; posteriormente, en el intestino delgado, la vitamina B12 se une al factor intrínseco (FI), una proteína producida por las células parietales del estómago. Este complejo FI-B12 se absorbe en el intestino delgado donde se fija a proteínas transportadoras (transcobalaminas) que permiten su paso hacia la circulación sanguínea. Cualquier trastorno o enfermedad que interfiera en estas etapas, impedirá la correcta absorción de vitamina B12.
Las deficiencias de vitamina B12 y folato atribuibles a un aumento de las necesidades se pueden observar en varias circunstancias. Durante el embarazo, lactancia, infancia, anemias hemolíticas crónicas y cánceres existe un aumento de la demanda de folato. Actualmente se prescriben a todas las embarazadas suplementos de folato para asegurar que el desarrollo fetal será normal.
La vitamina B12 y el folato se solicitan cuando en un hemograma los hematíes aparecen aumentados de tamaño. Este aumento de tamaño de los hematíes queda reflejado en los índices eritrocitarios, concretamente en el VCM (volumen corpuscular medio).
Cuando una persona, especialmente si es mayor, presenta trastornos de comportamiento o mentales como irritabilidad, confusión, depresión y/o paranoia, la vitamina B12 y el folato facilitan el diagnóstico de la causa subyacente. También se pueden solicitar cuando una persona presenta síntomas que sugieren déficits de vitamina B12 o folato tales como cansancio, debilidad, mareos y lesiones o irritación en la boca o en la lengua.
Cuando un individuo presenta síntomas de lesión nerviosa, como hormigueo, quemazón o insensibilidad en manos, brazos, piernas y/o pies, se puede solicitar una determinación de vitamina B12 para determinar la causa de los síntomas.
La vitamina B12 y el folato se pueden solicitar como parte de un chequeo del estado nutricional cuando una persona presenta síntomas de malnutrición o de malabsorción. Cuando un lactante presenta déficits de vitamina B12 o de folato, se deben realizar estas determinaciones también a la madre para ver si es ella la que padece el déficit que les está afectando a ambos.
En personas en tratamiento con vitamina B12 o folato, se hacen determinaciones de manera ocasional para monitorizar la eficacia del tratamiento. En personas con deficiencias nutricionales, estas determinaciones sirven para el seguimiento del paciente. En personas con trastornos que provocan un déficit crónico, la solicitud de estas pruebas forma parte de un plan de tratamiento a largo plazo.
Las pruebas de determinación de vitamina B12 y folato proporcionan una instantánea de sus niveles en sangre. Unos valores normales indican que los síntomas del individuo son probablemente atribuibles a otra causa, o quizás que las reservas de vitamina B12 y/o folato todavía no se han agotado. A veces, si a pesar de hallar una vitamina B12 normal se sigue sospechando un déficit de B12, el médico solicita la determinación de ácido metilmalónico (AMM) ya que constituye un marcador precoz de déficit de vitamina B12.
Si una persona tiene síntomas, unos niveles disminuidos de vitamina B12 y/o folato indican la presencia de una deficiencia, a pesar de no reflejar necesariamente la severidad de la anemia o de la neuropatía asociadas; será necesario solicitar otras pruebas para hallar la causa. Entre las causas de disminución de los niveles de vitamina B12 y/o folato se encuentran:
Es poco habitual hallar niveles elevados de B12 y no suele tener interés su monitorización. A veces se observan asociados a diabetes, insuficiencia cardíaca, obesidad, SIDA, enfermedad hepática grave o en trastornos mieloproloferativos crónicos y cáncer.
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Para facilitar el diagnóstico de una anemia o de una neuropatía (lesión en un nervio); para evaluar el estado nutricional de una persona; para monitorizar la eficacia del tratamiento de los déficits de vitamina B12 o de folato.
Para detectar deficiencias moderadas o severas de vitamina B.
Cuando existen signos y síntomas atribuibles a deficiencia de vitamina B, cuando existe riesgo de padecer esa deficiencia o cuando existe malabsorción.
Las vitaminas del grupo B son nutrientes que el organismo necesita en pequeñas cantidades (micronutrientes) para el metabolismo, la producción de energía y para garantizar la salud de células, piel, huesos, músculos, órganos y sistema nervioso. Estas pruebas permiten evaluar las vitaminas del grupo B en sangre y establecer así el estado nutricional de un individuo. Las vitaminas del grupo B incluyen:
Las vitaminas del grupo B aportadas por la dieta se absorben en función de lo que el organismo necesita, y cualquier exceso se elimina del organismo por la orina. Como las vitaminas del grupo B son solubles en agua, el organismo sólo puede almacenarlas en pequeñas cantidades por lo que deben obtenerse a partir de alimentos ricos en ellas, o a partir de suplementos, tomados de manera regular. Actualmente las deficiencias de vitaminas B son poco frecuentes aunque sí son prevalentes en áreas geográficas del planeta en las que existen carencias nutricionales.
Las deficiencias pueden aparecer en las siguientes situaciones:
Normalmente, las deficiencias se observan en personas con malnutrición generalizada, alcoholismo crónico, en casos de malabsorción o en trastornos digestivos (por ejemplo, by-pass gástrico y enfermedad celíaca) y en ancianos. A veces pueden observarse en enfermedades crónicas, en cánceres, en personas que siguen dietas demasiado ricas en grasas y en casos de diarrea prolongada. Las embarazadas, y por lo tanto sus bebés, pueden presentar deficiencias de vitaminas del grupo B si su dieta no es completa y equilibrada. Aunque es muy poco frecuente, puede darse el caso de que un bebé presente un error congénito del metabolismo en el que no se puede utilizar correctamente la vitamina B. Aunque los signos y síntomas asociados a deficiencias de vitaminas del grupo B pueden ser característicos, en deficiencias moderadas o leves pueden ser inespecíficos. Como las deficiencias vitamínicas suelen ser múltiples, lo habitual es que los signos y síntomas sean diversos. Entre los signos y síntomas más comunes se incluyen erupción cutánea, dermatitis, inflamación de la lengua, entumecimiento, hormigueo o sensación de quemazón en manos o pies, anemia, cansancio y alteraciones mentales.
La toxicidad por vitaminas del grupo B es rara; aparece en caso de que se tome una dosis de suplementos vitamínicos muy superior a la recomendada. Concentraciones elevadas de algunas vitaminas del grupo B pueden afectar al sistema nervioso o al hígado.
La prueba se solicita principalmente cuando existen síntomas o signos atribuibles a deficiencias de vitaminas del grupo B. Los signos y síntomas dependen de la vitamina que falte; entre los más comunes se incluyen:
En algunos casos se solicita cuando existe un mayor riesgo de desarrollar deficiencias de vitaminas del grupo B, como en malnutrición, alcoholismo crónico, malabsorción o enfermedad celíaca.
La toxicidad por vitaminas del grupo B es poco frecuente y por lo tanto no suele solicitarse la determinación con la finalidad de detectar una intoxicación. Concentraciones elevadas de algunas vitaminas del grupo B pueden ocasionar alteraciones en hígado o en sistema nervioso.
Resultados bajos indican que existe una deficiencia de alguna vitamina del grupo B aunque no indica si es debida a aporte inadecuado o a incapacidad de absorción o de utilización de la vitamina en cuestión. Normalmente existe una deficiencia de más de una vitamina.
Si los resultados son normales, los signos o síntomas de la persona reconocerán otra causa.
Unos niveles elevados de vitaminas del grupo B pueden asociarse a toxicidad, aunque esta situación es rara y suele ser debida a la toma de dosis elevadas de estas vitaminas.
¿Como puede modificar uno mismo los niveles de Vitaminas B?
Normalmente, el organismo utiliza la cantidad de vitaminas del grupo B que necesita y elimina el exceso por la orina. Mientras el aporte de estas vitaminas por la dieta sea suficiente, sus niveles en sangre se mantendrán estables. En caso de que exista una deficiencia, el médico puede prescribir algún suplemento vitamínico.
Para detectar deficiencias moderadas o severas de vitamina B.
Tendrás información sobre los glóbulos rojos y otros parámetros sanguíneos sabiendo así si padeces o no anemia en estos momentos y qué tipo de anemia. También, obtendrás información sobre la cantidad, reservas y el metabolismo del hierro en tu organismo, conociendo si esto está causando o no una anemia.
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